En un paso significativo hacia una Europa más verde, el Consejo y el Parlamento Europeo han alcanzado un acuerdo provisional para actualizar la normativa que regula los detergentes y tensioactivos. El nuevo marco legal, que aún debe ser ratificado por ambas instituciones, pone el foco en la sostenibilidad, la innovación y la protección de la salud pública y ambiental, según informa el Consejo de la UE en un comunicado oficial.
El acuerdo permitirá a la Comisión Europea establecer requisitos más estrictos de biodegradabilidad para los componentes encapsulados de los detergentes, especialmente las películas hidrosolubles que recubren cápsulas monodosis. Además, se analizará si otros ingredientes orgánicos, presentes en concentraciones iguales o superiores al 10 % del total del producto, deben también cumplir con criterios específicos de biodegradación.
Esta revisión de la normativa también impulsa la transición digital en el etiquetado, facilitando el acceso a la información para personas consumidoras, autoridades y personal sanitario, especialmente en lo que respecta a alérgenos y conservantes presentes en los productos. Esta digitalización permitirá, por ejemplo, una mejor atención en los centros de toxicología en caso de accidentes domésticos.
La nueva normativa reafirma la prohibición de testar detergentes en animales, en línea con el Reglamento REACH de sustancias químicas. Solo en casos excepcionales, y bajo estricta justificación científica y ética, se podrá autorizar alguna excepción para ingredientes esenciales e insustituibles. De este modo, se refuerza el compromiso europeo con métodos alternativos de experimentación.
Una de las cuestiones clave del acuerdo es la petición a la Comisión Europea para que evalúe el impacto de reducir el contenido de fósforo en los detergentes. El fósforo, aunque eficaz como agente limpiador, puede contribuir a la eutrofización de ríos y lagos, un proceso que altera gravemente los ecosistemas acuáticos. Sin embargo, las autoridades europeas quieren asegurarse de que su reducción no derive en efectos contraproducentes, como la necesidad de usar más producto, más agua o temperaturas más altas.
Para garantizar la seguridad del mercado interno, los productos fabricados fuera de la Unión Europea deberán contar con un representante autorizado que asegure el cumplimiento de la normativa y actúe como enlace con las autoridades locales en caso necesario. Esta medida busca evitar que productos no regulados accedan al mercado europeo sin garantías mínimas de seguridad.
La industria de los detergentes representa el 4,2 % del valor total del sector químico en Europa, con un mercado estimado de 41.200 millones de euros en 2020. Su producción se reparte entre unas 700 plantas en todo el continente, abasteciendo tanto al mercado doméstico como al profesional.
La legislación vigente data de 2004, y según la Comisión Europea, presentaba lagunas y duplicidades en los requisitos de etiquetado con otras normativas sobre sustancias químicas. La reforma propuesta en abril de 2023, ahora materializada en este acuerdo, busca precisamente eliminar esas superposiciones y facilitar una información más clara, accesible y coherente para el consumidor final.
El acuerdo provisional deberá ser ahora ratificado formalmente por el Parlamento Europeo y el Consejo. Una vez aprobado, marcará un antes y un después en la manera en que los productos de limpieza se diseñan, se venden y se regulan dentro de la Unión Europea.
Este paso refuerza la apuesta comunitaria por una economía circular, libre de tóxicos y con estándares más altos de responsabilidad social y ambiental. Porque, como demuestra esta normativa, incluso en lo cotidiano —como limpiar nuestra ropa o vajilla— se pueden tomar decisiones que impactan de forma positiva en la salud del planeta y de las personas.