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Con la sobrepesca, el cambio climático y la contaminación marina al alza, gobiernos de todo el mundo se reunirán esta semana en Niza para trazar un nuevo rumbo hacia la sostenibilidad oceánica. La Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Océano busca reforzar la gobernanza marina y movilizar financiación para un ecosistema vital que genera la mitad del oxígeno que respiramos.
La hora del océano: Niza acoge una cumbre decisiva para su protección global

Niza se convierte desde hoy en el epicentro de la diplomacia ambiental internacional con la celebración de la Tercera Conferencia de la ONU sobre el Océano, una cita que reúne a jefes de Estado, ministros, científicas, organizaciones civiles y representantes del sector privado para acordar medidas urgentes que frenen el deterioro de los ecosistemas marinos.

Convocada conjuntamente por Francia y Costa Rica, la conferencia pretende dar un giro a la actual relación entre humanidad y océano. Tal y como recuerda Gina Guillén, directora general de Política Exterior costarricense, “el océano es esencial para la vida en la Tierra, pero nuestra relación con él está rota”.

La situación es crítica: la sobreexplotación pesquera, las prácticas ilegales, el calentamiento de las aguas y la acumulación de plásticos amenazan la biodiversidad marina y, con ella, los medios de vida de millones de personas, especialmente en comunidades costeras vulnerables. Además, según datos de la ONU, el océano absorbe más del 30% del CO₂ que emitimos, actuando como un regulador natural del clima global.

En declaraciones recogidas por Noticias ONU, Guillén advierte de una amenaza emergente: la minería de fondos marinos. “Ni siquiera conocemos lo que hay allí abajo. Apenas el 0,001% de las especies del lecho oceánico han sido estudiadas y ya hay intereses en explotarlas comercialmente”, lamenta.

Uno de los principales objetivos de la cumbre es acelerar la ratificación e implementación de tratados internacionales clave, como el Tratado de Alta Mar (BBNJ), aprobado tras dos décadas de negociaciones. Este instrumento legal busca proteger la biodiversidad en aguas internacionales, un área que cubre casi la mitad del planeta. Hasta la fecha, solo 22 países lo han ratificado —entre ellos, Costa Rica, que formalizó su compromiso el pasado 22 de mayo—. Se necesitan 60 ratificaciones para que entre en vigor.

Otro de los focos será la financiación. El ODS 14, dedicado a la vida submarina, es el menos financiado de toda la Agenda 2030, lo que dificulta la aplicación de políticas efectivas. Por ello, la cumbre contará con un foro económico paralelo que reunirá a inversores y entidades financieras con el objetivo de activar alianzas público-privadas y movilizar recursos hacia la protección marina.

“La sostenibilidad no puede ir por un lado y el desarrollo por otro. En Costa Rica hemos demostrado que se pueden conjugar ambos, mediante turismo responsable o el pago por servicios ambientales”, insiste Guillén.

Desde la región latinoamericana, el compromiso se materializa en iniciativas como el corredor marino del Pacífico Tropical, impulsado por Colombia, Ecuador, Panamá y Costa Rica. La cooperación regional también será clave para hacer frente a problemáticas como la subida del nivel del mar o la proliferación del sargazo.

La diplomática costarricense subraya la necesidad de “una nueva actitud global hacia el océano”, que integre a todos los actores: gobiernos, comunidades indígenas, juventud, pescadores, científicos y empresas. “Hay una conciencia creciente en América Latina sobre la importancia de proteger los océanos. Debemos unirnos para encontrar soluciones conjuntas”, concluye. Desde Niza, el objetivo es claro: articular un Plan de Acción ambicioso y vinculante que traduzca compromisos en hechos y asegure una gobernanza marina más justa y efectiva. Porque, como recuerdan desde la delegación costarricense, “no hay varios océanos, hay uno solo. Y nos necesita más que nunca”.

 

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