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En un movimiento estratégico de cara a la próxima Cumbre del Clima, el Secretario General de la ONU y el presidente de Brasil reunieron a 17 líderes mundiales para reforzar los compromisos climáticos y presionar por una transición energética justa. La cita, celebrada este miércoles, marca un punto de inflexión en el impulso hacia planes nacionales más ambiciosos.
Rumbo a la COP30: más acción, menos discursos

Este miércoles, António Guterres y Luiz Inácio Lula da Silva lideraron una cumbre virtual que congregó a representantes de las principales economías globales y de países especialmente vulnerables a la crisis climática. La convocatoria —según detalla Naciones Unidas— tiene como meta fortalecer la cooperación internacional e impulsar nuevas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), de cara a la COP30 que se celebrará en Belém do Pará (Brasil) en noviembre.

Entre los participantes se encontraban representantes de la Unión Europea, China, la Unión Africana y pequeñas naciones insulares del Pacífico, junto a figuras como Pedro Sánchez, Ursula von der Leyen y Gabriel Boric. La sesión se celebró a puerta cerrada, en un intento de promover un diálogo más franco y directo.

 

Durante la reunión, el presidente chino Xi Jinping confirmó que la próxima actualización de los compromisos de su país incluirá todos los sectores económicos y todos los gases de efecto invernadero. Guterres calificó esta aclaración como “extremadamente importante” y señaló que se trata de un paso clave para mantener viva la esperanza de limitar el calentamiento global a 1,5 °C.

 

Guterres insistió en que “la revolución de las energías renovables es la gran oportunidad económica del siglo”, y subrayó que la transición energética no solo es vital para la seguridad climática, sino también para la soberanía energética de los países. “La ciencia está de nuestro lado, y la economía también ha cambiado. El coste de la energía solar y eólica ha caído en picado. Es el momento de actuar”, afirmó en rueda de prensa posterior al encuentro.

 

Desde la adopción del Acuerdo de París en 2015, las previsiones de calentamiento global han pasado de más de 4 °C a 2,6 °C si se cumplen los compromisos actuales. Sin embargo, esto sigue estando lejos del objetivo de 1,5 °C considerado seguro por la comunidad científica. Guterres instó a los gobiernos a presentar planes que estén alineados con esta meta, y que contemplen una hoja de ruta clara hacia las emisiones netas cero en 2050.

 

Uno de los mensajes más insistentes del Secretario General fue la necesidad de apoyar financieramente a los países en desarrollo, que son los más afectados por el cambio climático y, paradójicamente, los que menos han contribuido a la crisis. “África está sufriendo un calentamiento acelerado, y las islas del Pacífico están viendo cómo el nivel del mar sube a un ritmo alarmante”, advirtió.

En este sentido, hizo un llamamiento a movilizar 1,3 billones de dólares anuales hasta 2035, duplicar los fondos para adaptación este mismo año —hasta alcanzar los 40.000 millones— y reforzar el recientemente creado Fondo para Pérdidas y Daños.

 

Desde el gobierno brasileño se enfatizó que la COP30 será una cumbre centrada en la implementación de los compromisos ya adquiridos, y no en nuevas negociaciones. “El mundo necesita resultados, no más documentos”, declaró un alto funcionario brasileño citado por la ONU.

En septiembre, la ONU celebrará un evento de alto nivel para revisar los avances en materia de financiación y acción climática. “No podemos permitirnos retroceder. La emergencia climática exige liderazgo, cooperación y valentía”, concluyó Guterres.

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