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Si el deshielo de los glaciares continúa al ritmo actual, muchas de estas masas de hielo podrían desaparecer antes de que termine el siglo XXI, advierten los expertos en clima de la ONU. Esta pérdida no solo transformaría radicalmente los ecosistemas de alta montaña, sino que también pondría en riesgo el suministro de agua de cientos de millones de personas que dependen de ellos. En el primer Día Mundial de los Glaciares, celebrado el pasado 21 de marzo, la comunidad científica y los organismos internacionales alertan sobre la urgencia de frenar el cambio climático para evitar impactos irreversibles en el planeta.

En un mundo donde el cambio climático ya no es una amenaza futura, sino una crisis palpable, los glaciares están dando la voz de alarma. Estas colosales reservas de agua dulce, que albergan cerca del 70% de los recursos hídricos del planeta, están desapareciendo a una velocidad sin precedentes. Su retroceso no solo pone en peligro ecosistemas enteros, sino también a millones de personas que dependen de ellos para su sustento.

El Servicio Mundial de Vigilancia de Glaciares (WGMS) ha documentado la pérdida de más de 9.000 billones de toneladas de masa glacial desde 1975, una cifra alarmante que equivale a un bloque de hielo del tamaño de Alemania con un espesor de 25 metros. Solo en los últimos tres años, los glaciares han experimentado la mayor pérdida de volumen registrada en la historia, con los de Escandinavia, Svalbard y el norte de Asia liderando la lista de los más afectados.

El fenómeno es global: desde la cordillera del Hindu Kush en el Himalaya hasta los glaciares tropicales de Perú, el deshielo se ha acelerado dramáticamente. En los Andes, por ejemplo, los glaciares han retrocedido un 40%, amenazando la disponibilidad de agua para comunidades locales que dependen de ellos.

Impacto en la vida humana y el medioambiente

La desaparición de los glaciares no es solo una preocupación ambiental, sino también humanitaria y económica. Se estima que entre el 25% y el 30% del aumento del nivel del mar proviene del deshielo de los glaciares, lo que contribuye a inundaciones costeras y desplazamientos masivos de poblaciones. Cada milímetro de aumento del nivel del mar puede afectar hasta 300.000 personas, agravando la crisis de migración climática.

Además, la desaparición de estos gigantes de hielo afecta los ecosistemas de alta montaña y las fuentes de agua dulce que abastecen a millones de personas. En regiones como el Himalaya, más de 120 millones de agricultores dependen directamente de los glaciares para el riego de sus cultivos.

Ante este panorama, la comunidad científica y las organizaciones internacionales insisten en la necesidad de reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Según proyecciones de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), si las temperaturas continúan aumentando al ritmo actual, hasta un 80% de los glaciares de pequeño tamaño podrían desaparecer antes de que termine el siglo.

El pasado 21 de marzo, en el marco del Día Mundial de los Glaciares, expertos, políticos y activistas se reunieron para abordar estrategias de mitigación y adaptación. Este evento, que forma parte del Año Internacional de Preservación de los Glaciares 2025, buscó concienciar sobre la urgencia de frenar el calentamiento global y preservar estos ecosistemas esenciales.

El mensaje de los científicos es claro: el tiempo para actuar es ahora. Cada tonelada de CO2 emitida contribuye a la pérdida de glaciares y, con ello, al deterioro del equilibrio ambiental del planeta. Sin medidas urgentes, podríamos ser la última generación en presenciar la majestuosidad de estos gigantes helados.

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