Cepsa ha dado un paso adelante en su estrategia de descarbonización al recibir la certificación ISCC como trader de biometano, un distintivo que avala su compromiso con la producción y comercialización de biomasa y bioenergía sostenible. La compañía ha comenzado sus operaciones de trading en el mercado de biometano con una primera compra de 25 GWh de este gas renovable, producido en la planta de Valdemingómez (Madrid) a partir de residuos orgánicos urbanos.
Este acuerdo, que se cerró durante el verano, incluye varias entregas que se extenderán hasta enero de 2025 y permitirá a Cepsa Química sustituir el gas natural por biometano en sus plantas de España, avanzando hacia una producción más respetuosa con el medioambiente. El uso de este biometano evitará la emisión de más de 4.400 toneladas de CO2, lo que equivale a la absorción de carbono que generaría la plantación de 300.000 árboles.
Alice Acuña, directora de Trading de Cepsa, subrayó la importancia de esta operación en la hoja de ruta de la empresa: "Con esta primera compra de biometano, seguimos firmes en nuestra misión de transición energética y descarbonización, impulsando el uso de energías renovables que ya están disponibles y fomentando la economía circular mediante la valorización de residuos orgánicos".
El biometano, considerado un biocombustible de segunda generación (2G), puede reducir hasta un 90% las emisiones de CO2 en comparación con el gas natural. Este gas se obtiene del biogás, que proviene de la descomposición anaerobia de residuos biodegradables, como los agrícolas, ganaderos, domésticos e industriales. Mediante un proceso tecnológico de depuración llamado "upgrading", el biogás se convierte en biometano, que puede ser inyectado directamente en la red de gas natural existente sin necesidad de nuevas infraestructuras.
Cepsa planea gestionar una cartera de 4 TWh anuales de biometano para 2030, suficiente para abastecer a 650.000 hogares. Este esfuerzo contribuirá significativamente a la reducción de las emisiones de CO2 en sus instalaciones energéticas y químicas, y también se empleará en la producción de hidrógeno verde y en proyectos de movilidad sostenible.
La compañía se ha fijado como objetivo reducir sus emisiones de CO2 en un 55% (alcance 1 y 2) para 2030, en comparación con los niveles de 2019, y alcanzar la neutralidad de carbono antes de 2050. Asimismo, busca disminuir la intensidad de carbono de la energía que comercializa entre un 15% y un 20% en 2030, apoyándose en una diversidad de fuentes energéticas, donde el biometano jugará un papel clave.