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En un mundo empresarial cada vez más consciente de la diversidad y la inclusión, romper el "techo de cristal" se ha convertido en una prioridad imperante. Este término, acuñado en la década de 1970, se refiere a las barreras invisibles que impiden que las mujeres y otros grupos minoritarios accedan a posiciones de liderazgo y toma de decisiones en las organizaciones. A pesar de los avances en políticas de igualdad, el techo de cristal sigue siendo una realidad persistente en muchas industrias y países.
Romper el techo de cristal, el gran desafío rumbo a la igualdad

En un mundo empresarial cada vez más consciente de la diversidad y la inclusión, romper el "techo de cristal" se ha convertido en una prioridad imperante. Este término, acuñado en la década de 1970, se refiere a las barreras invisibles que impiden que las mujeres y otros grupos minoritarios accedan a posiciones de liderazgo y toma de decisiones en las organizaciones. A pesar de los avances en políticas de igualdad, el techo de cristal sigue siendo una realidad persistente en muchas industrias y países.

Los avances en materia de igualdad de género dentro de las empresas son innegables; sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer. Las estadísticas actuales demuestran que, aunque ha habido mejoras, las mujeres y las minorías siguen estando sub-representadas en los niveles más altos de liderazgo empresarial. Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), solo el 27% de las empresas a nivel mundial tienen una mujer en la alta dirección. Esta disparidad se hace aún más evidente en sectores tradicionalmente dominados por hombres, como la tecnología y las finanzas.

El techo de cristal está sostenido por una combinación de factores estructurales y culturales. Entre los más destacados se encuentran:

  1. Estereotipos y prejuicios inconscientes: Las percepciones tradicionales de género pueden influir en las decisiones de contratación y promoción, favoreciendo a los hombres sobre las mujeres.
  2. Falta de políticas de apoyo: La ausencia de políticas efectivas de conciliación entre la vida laboral y personal, como el teletrabajo flexible y el permiso parental igualitario, dificulta que las mujeres puedan avanzar en sus carreras.
  3. Redes de contacto limitadas: Las mujeres a menudo tienen menos acceso a redes profesionales y mentorías que sus contrapartes masculinas, lo que limita sus oportunidades de desarrollo y promoción.

¿Cómo superar estas barreras?

Para abordar este desafío, las empresas deben implementar una serie de estrategias integrales que promuevan una cultura inclusiva y equitativa:

  1. Formación en diversidad e inclusión: Sensibilizar a los empleados sobre los sesgos inconscientes y la importancia de la diversidad puede ayudar a cambiar las actitudes y comportamientos en el lugar de trabajo.
  2. Políticas de conciliación: Establecer políticas que apoyen el equilibrio entre la vida laboral y personal, como horarios flexibles y teletrabajo, es crucial para retener y promover el talento femenino.
  3. Programas de mentoría y patrocinio: Fomentar redes de apoyo y mentoría para mujeres y minorías puede proporcionarles las herramientas y oportunidades necesarias para avanzar en sus carreras.
  4. Transparencia y rendición de cuentas: Las empresas deben medir y reportar regularmente su progreso en términos de diversidad e inclusión, estableciendo metas claras y siendo transparentes sobre sus resultados.

El Pacto Mundial de Naciones Unidas también ha puesto en marcha iniciativas para avanzar en este campo. Recientemente, más de cuarenta empresas han decidido romper el techo de cristal y lograr la igualdad salarial a través de su participación en la quinta edición del Target Gender Equality (TGE). Un programa formativo acelerador lanzado por el Pacto Mundial de la ONU con el objetivo de retar a las empresas y acelerar la representación, igualdad y liderazgo de las mujeres en el entorno empresarial. Este programa está inspirado en el compromiso del Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Gutérres, con la paridad de género y en los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres (WEPs), que constituyen la base del trabajo en materia de igualdad de género de la iniciativa líder en sostenibilidad. Desde su lanzamiento, TGE ha contado con la participación de más de 2.500 entidades a nivel global, más de 200 de ellas españolas, lo que nos sitúa entre las cinco primeras redes nacionales por número de participantes y refleja el compromiso masivo y creciente de nuestras empresas.

El programa de aceleración empresarial Target Gender Equality (TGE) busca acelerar el desarrollo empresarial hacia la igualdad de género. A través de sus nueve meses de formación, las 45 empresas participantes participarán de un proceso de aprendizaje integral que incluye análisis, talleres de desarrollo de capacidades, sesiones de aprendizaje y diálogo entre empresas.

Todo ello con la finalidad de establecer dos objetivos clave que ayuden a mejorar la equidad dentro de sus empresas: aumentar la representación y la inclusión de las mujeres en todos los niveles y asegurar la igualdad de remuneración por trabajo de igual valor. Ambas metas están incluidas en el ODS 5: Igualdad de género y ODS 8: Trabajo decente y crecimiento económico de la Agenda 2030 con el objetivo de promover la sostenibilidad empresarial.

Y es que aún nos queda mucho camino por recorrer. Por un lado, la brecha salarial de género actualmente se sitúa en el 19,89% en España. Por otro, la Comisión Nacional de Mercado de Valores (CNMV) indica que, aunque la presencia de mujeres en los consejos de administración ha aumentado al 34,5% en 2023, sólo el 27% de las empresas cotizadas han alcanzado el objetivo del 40% de mujeres en sus consejos de administración.

Romper el techo de cristal no es solo una cuestión de justicia social, sino también de competitividad empresarial. Las empresas que logran crear entornos inclusivos y equitativos tienden a ser más innovadoras, resilientes y exitosas. En un mercado global cada vez más diverso, la capacidad de atraer y retener talento diverso se ha convertido en un factor diferenciador clave. Por ello, derribar estas barreras invisibles debe ser una prioridad estratégica para todas las organizaciones que aspiren a liderar en el siglo XXI.

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