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El pasado 5 de junio se celebró el Día Mundial del Ambiente, un buen día para para contestar el llamado de la reflexión. Distintos sectores de la sociedad aprovechan esta ocasión para poner bajo foco las múltiples problemáticas ambientales, evaluar las soluciones implementadas y pensar cómo las prácticas empresariales y de consumos actuales pueden impactar en la construcción de un futuro más sostenible.
Posibles alternativas a la alarmante sequía que atraviesa España

Prácticas personales: ¿pequeñas acciones con grandes impactos?

A nivel personal, y puedo también hablar por mi entorno más cercano, adoptamos un conjunto de acciones que creemos que son cuidadosas del medio ambiente.  Ahorramos agua y energía, reducimos el uso de plásticos, reciclamos residuos y, una práctica de la que estamos especialmente orgullosos, limpiamos la montaña en los paseos con nuestra perrita de 5 años. 

La primera reacción que suelo tener después de acabar estas acciones es sentir que realmente he contribuido con algo. En algunos casos, las consecuencias de estas prácticas son inmediatas y, por ende, visibles. Por ejemplo, atraviesas un camino de montaña que está sucio, recoges la basura a tu alrededor y, si puedes, aquella que está más allá. Inmediatamente, tu vista cambia.

Tienes un resultado tangible y motivador, y por ese instante, deja de preocuparte la posibilidad de que, detrás tuyo, llegue un grupo de personas que no sea tan empático con el entorno. 

Lastimosamente, la mayoría de estos pequeños logros no son tan medibles ni palpables. Esta circunstancia suele hacer que nos cuestionemos sobre el impacto de nuestras acciones y comencemos a mirar las actitudes del otro.

¿Mis hábitos de ahorro de agua sirven de algo si luego mi vecino arroja la colilla de su cigarrillo al río, sin hacerse ningún tipo de cuestionamiento? 

Es desmoralizante presenciar este tipo de acciones, pero debemos intentar, en la medida de lo posible, que no nos desvíen de nuestros esfuerzos individuales, ya que gracias a ti, podría haber un grano menos en el costal podrido.

La sequía en España: ¿un problema histórico con distintas causas?

Como todos sabemos, nos rodean problemas ambientales más serios, en los que los esfuerzos individuales no son suficientes y requieren de compromisos a largo plazo y la coordinación de múltiples partes.

Este es el caso de la sequía en España, que a lo largo de su historia, ha captado, en mayor o menor medida, la atención de organizaciones ambientales y de la administración pública. 

La primera sequía de la que se tiene registro data del período que va desde 1749 a 1753. Pero no fue hasta 1944 que se da la primera intervención estatal que dispuso cortes de agua diarios en la capital, debido a la desaparición total del río Manzanares en Madrid. La situación era realmente grave, considerando también la casi pérdida total del caudal del río Ebro

Ahora bien, toca diferenciar en dos tipos de sequías. La meteorológica, propia de un clima como el Mediterráneo, que se presenta por la escasez de precipitaciones. Y la hidrológica, que parece ser el tipo de sequía que se ha estado dando en los últimos años en España.

Desde múltiples sectores, se denuncia la ineficiente gestión de los recursos hídricos del país. Ya sea por los pozos ilegales o por las supuestas prácticas poco sostenibles del sector agrícola, todo apunta a un mal manejo gubernamental.

Esta clase de sequía se caracteriza por la menor disponibilidad de aguas superficiales y subterráneas, causada por el mal almacenamiento y la gestión de los recursos hídricos disponibles. Por lo tanto, parece ser uno de los casos en que nuestro granito de arena individual resulta insuficiente.

La sequía hidrológica desencadena una crisis regional que requiere de una coordinación centralizada, estudiada por los grandes actores, claro, siempre con el apoyo de la sociedad.

Reuniones de expertos: un espacio neutral para el análisis de posibles soluciones.

Para abordar estos problemas de manera efectiva, es esencial contar con el conocimiento y la colaboración de expertos. En este sentido, los seminarios, conferencias y eventos similares se presentan como un lugar neutral que llama a la reflexión de los sectores más dispares pero que, al mismo tiempo, son relevantes para encontrar una solución, debido a su expertise y conocimiento.

Desde 2022, La Fundación Privada Empresa & Clima, la Fundación Universitaria Iberoamericana y la Universidad Europea del Atlántico, promueven el Congreso Internacional de Acción Climática (CIACC), que ha sido una plataforma clave para discutir y abordar este tipo de cuestiones. 

Este año, el CIACC 2024 se celebrará del 3 al 5 de julio en Santander y estará dividido en cinco grandes temática: la sostenibilidad en la cadena de valor, la medición de impactos y riesgos climáticos, las soluciones tecnológicas frente a los retos industriales, la geopolítica de la energía y los minerales críticos y la relación entre la sostenibilidad y la taxonomía centrarán el debate de este año.

Los congresos de expertos, como el CIACC, son esenciales para encontrar soluciones efectivas a problemas complejos como la sequía en España. A través de la colaboración y el intercambio de conocimientos de los distintos sectores, podemos avanzar hacia un futuro más sostenible y resiliente.

Si te interesa saber más sobre este evento, puedes visitar su sitio web:  

https://congresociacc.org/ 

En este artículo se habla de:
OpiniónCambio climáticosequía

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