Pero ¿qué significa realmente y qué repercusiones tienen estas manifestaciones para nuestra sociedad?.
Quizás nos estemos dando cuenta de que necesitamos como seres humanos proteger, conservar y restaurar los ecosistemas marinos, si queremos preservar nuestro bienestar y garantizar un desarrollo sostenible de nuestra sociedad.
Son muchos los datos que se han ido elaborando y emitiendo sobre la importancia de los mares y océanos, sus principales amenazas y las repercusiones que tiene y va a tener en nuestras vidas su degradación a nivel global.
Parece que estamos de acuerdo la inmensa mayoría de los países y organizaciones internacionales y nacionales que ya no basta con proteger y conservar aquellos espacios y especies que todavía se encuentran sanos, o al menos con cierta protección, y que apenas representan el 15% de la superficie terrestre total, y en el medio marino apenas se llega al 1,5%.
Nos hemos puesto un reto importante, llegar al 30% del espacio protegido, y para conseguirlo hay que recuperarlos restaurarlos. No olvidemos que más del 70% de la superficie terrestre está cubierta por mares y océanos, y más del 90% de los seres vivos se encuentran en ellos.
La salud oceánica influye directamente en la nuestra. Su contribución decisiva a la mitigación de los efectos del Cambio Climático está clara, y nuestra intervención como responsables de su contaminación y sobreexplotación también.
Si seguimos, por ejemplo, arrojando más de 350 millones de toneladas de residuos plásticos anuales al mar, como ha ocurrido en 2023, pocas opciones tendremos de mantener y recuperar estos ecosistemas marinos.
Pero la conservación y restauración marina debe conseguirse desde diversas vías. Todos los sectores sociales y económicos se tienen que implicar en este interés general, siendo más sostenibles en todos sus procesos, especialmente en la gestión del agua, la energía, los residuos, y cualquier recurso natural que utilice.
Debemos ir más allá, y hay que reconocer que las propias administraciones públicas, nacionales, regionales y locales, no tienen capacidad suficiente, tanto en recursos económicos como humanos, para hacer frente a esta regeneración ambiental, especialmente en el medio marino por su dificultad natural.
Si queremos disfrutar de unas playas saludables, cristalinas y llenas de biodiversidad, que garantice la sostenibilidad económica de nuestro litoral y todos los sectores dependientes directa o indirectamente de él, tendremos que promover acciones de conservación y restauración directas, efectivas y urgentes.
Desde la Fundación Aula del Mar Mediterráneo (FAMM), cuyo fin es la conservación de la biodiversidad y patrimonio marino y litoral del Mediterráneo, trabajamos prioritariamente en conseguir esta restauración, y lo hacemos desarrollando las siguientes líneas de acción:
- La reforestación marina y litoral, por ser claves para proteger las playas y costas ante temporales, cada vez más frecuentes y violentos, además de su función como sumideros de carbono y productores de oxígeno, y su aportación como refugios de biodiversidad.
- La instalación de arrecifes artificiales y escolleras sumergidas, bien diseñados y ubicados, para la regeneración de los recursos pesqueros y biodiversidad marina en general, y la estabilización de los ecosistemas marinos litorales.
- La custodia marina del territorio, para la protección y creación de reservas marinas y litorales, contando con la participación ciudadana.
Y la recuperación de especies litorales y marinas amenazadas o vulnerables y sus hábitats asociados.
En el Mediterráneo tenemos especies y ecosistemas claves que no nos podemos permitir perder, como son las praderas de posidonias y otras angiospermas marinas, los bosques de algas y los fondos coralígenos, de los cuales dependen más del 90% de su biodiversidad marina total
Las ONG de conservación marina, como es el caso de la FAMM, son actores esenciales para conseguir estos objetivos de restauración de los ecosistemas marinos y litorales, colaborando con las administraciones públicas y dando soporte al sector privado para implicarse y participar activamente en esta tarea por el bien común.