Conseguir empleo, una odisea imposible para jóvenes con discapacidad
Publicado el
El 8º Informe “Jóvenes con discapacidad, motor de futuro” elaborado por la Fundación Adecco, con la colaboración de Wärtsilä afirma que en 2022 se alcanzó la cifra récord de contratación de jóvenes con discapacidad (27.741 contratos, un 16% más que en 2021), sin embargo, este colectivo de personas tarda el doble en encontrar empleo: 2 años de media, frente a los 12 meses registrados para las personas de su generación.
Cliff Booth
El próximo 12 de agosto se celebra el Día internacional de la Juventud y con motivo de la efeméride, la Fundación Adecco, con la colaboración de Wärtsilä, presenta su 8º informe Jóvenes con Discapacidad, motor de futuro. En esta nueva edición se ha realizado una comparativa entre las personas menores de 30 años con certificado de discapacidad y aquellas que no lo tienen, en aras de detectar dobles barreras, dificultades e inquietudes en el ámbito laboral. El informe basa sus conclusiones en una encuesta a un total de 800 jóvenes, 300 de ellos con algún tipo de discapacidad.
En términos generales, el documento muestra un escenario de luces y sombras en el empleo de los jóvenes con discapacidad. La generación zeta (nacidos a finales de la década de 1990 y principios del decenio 2000) ya ha realizado su incursión en el mercado laboral. Se trata de la cohorte de los nativos digitales, los que valoran la diversidad, enfocan de forma pragmática los problemas y se orientan al diálogo, entre otros atributos. Sin embargo, y al igual que sucede con la generación antecesora (los millennials o generación Y), los profesionales más jóvenes afrontan dificultades mayúsculas de acceso al mercado laboral, con una tasa de paro que hoy alcanza el 30%, frente al 13% general, según la EPA.
En este marco, ¿qué sucede con los jóvenes con discapacidad? Indudablemente, además de las dificultades que ya afrontan las personas de su edad, ellos tienen que cargar con el estigma y los prejuicios asociados a la discapacidad, que siguen imperando en el imaginario social y que les asocian a profesionales con capacidades inferiores, más costosos o menos productivos, entre otros. Por todo ello, el empleo de los jóvenes con discapacidad constituye todo un reto para la sociedad, un desafío que presenta luces y sombras que es conveniente analizar. Entre las primeras, un dato cuantitativo: en 2022 los jóvenes con discapacidad (menores de 25 años) firmaron un total de 27.741 contratos en España, un máximo histórico que representa un crecimiento del 16% con respecto al ejercicio 2021 y que ya ha superado los valores pre-pandemia (26.770 contratos en 2019).
Si bien se observan algunos avances, las sombras, sin embargo, siguen siendo también múltiples y algunas suponen complejos desafíos para la equiparación de los jóvenes con discapacidad con el resto de las personas de su edad: una generación que ya afronta grandes dificultades de por sí. Entre otras, el informe descara las siguientes:
Menor nivel formativo y falta de oportunidades de capacitación. El nivel de estudios de los jóvenes con discapacidad es inferior al general. En efecto, si un 15,4% de la población menor de 25 años tiene estudios universitarios, esta proporción es tres veces inferior entre las personas con discapacidad (4,6%). De igual modo, las personas con estudios primarios o básicos representan un 35,2% entre los jóvenes con discapacidad y se reducen al 3,4% para el resto de la población, según fuentes oficiales. Este desfase da cuenta de las grandes dificultades de los jóvenes con discapacidad para acceder a un mercado laboral eminentemente competitivo. “Urge apostar por itinerarios formativos inclusivos, eliminando las barreras que dificultan la participación y el aprendizaje de los jóvenes con discapacidad en ámbitos como la FP y la Universidad, y posibilitando que desarrollen al máximo su potencial y capacidades, más allá de la formación obligatoria. Asimismo, también es importante sortear la barrera económica, de modo que los jóvenes con discapacidad que tengan un propósito formativo, puedan satisfacerlo sin que el criterio económico sea un condicionante. Conscientes de ello, desde la Fundación Adecco lanzamos anualmente una convocatoria de becas para estudiantes con discapacidad de FP, grado o máster entre 16 y 30 años, cuyo plazo sigue abierto hasta el 2 de octubre”- destaca Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.
Presencia casi residual en las profesiones STEM y profesiones cualificadas. En la actualidad, se observa una demanda global de habilidades en el ámbito STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Las empresas necesitan profesionales con conocimientos especializados en estos campos para afrontar los desafíos que plantea un entorno cada vez más impulsado por la tecnología y la innovación. La transformación digital sin precedentes requiere expertos en ámbitos como el desarrollo web, el análisis de datos o la ciberseguridad, advirtiéndose un déficit de profesionales especializados en estas áreas (más de 10.000 empleos se quedan sin cubrir, según un estudio de DigitalES). Y si bien impulsar el empleo en este ámbito es, por tanto, un reto global, se antoja un desafío aún mayor entre las personas con discapacidad. A la luz de los resultados de la presente encuesta, solo un 10% de los jóvenes con discapacidad en desempleo busca trabajo en el ámbito STEM, frente al 35% de las personas de su generación. También tienen menos presencia en las profesiones cualificadas (abogados, contables, etc.), siendo el porcentaje de jóvenes con discapacidad que busca empleo en estas actividades profesionales del 18%, frente al 30,6% general. Por el contrario, la mayor parte de los menores de 30 años con discapacidad orienta su búsqueda de empleo al sector logístico (46,8%); seguidos de un 42,5% que quiere emplearse en la hostelería; un 33,4% que busca trabajo en el área de la limpieza y un 21,2% en el ámbito de la seguridad.
Ausencia de experiencias previas en el marco empresarial que dificultan la contratación. La presencia de la discapacidad en las empresas sigue siendo una asignatura pendiente en España. Si bien en los últimos años se ha incrementado su penetración en los entornos empresariales, la mayor parte de los contratos (alrededor de 7 de cada 10) se suscriben en el ámbito protegido, en Centros Especiales de Empleo (CEE). La insuficiente presencia de trabajadores con discapacidad en las empresas perpetúa los estereotipos y percepciones negativas, subestimando su potencial y haciendo que los jóvenes con discapacidad compitan en desventaja frente al resto de candidatos.
Efecto combinado de discapacidad y desempleo juvenil = mayor discriminación laboral. Como ya se ha referido, la generación zeta afronta grandes dificultades en un mercado laboral marcado por las sucesivas crisis y por una desconexión entre las demandas empresariales y la formación de la fuerza laboral. Estos aspectos se agravan entre los jóvenes con discapacidad, que no solo tienen que competir en un entorno ya de por sí desfavorable, y con escasa o nula experiencia, sino que además tienen que cargar con prejuicios y estereotipos que complican aún más el proceso de inclusión. En este sentido, y a la luz de los resultados de esta encuesta, el 90,4% de las personas menores de 30 años con discapacidad manifiesta haber sentido, en alguna ocasión, discriminación en la búsqueda de empleo, por la doble condición de joven y de persona con discapacidad. Este porcentaje se reduce a la mitad (45%) entre el resto de los jóvenes, que declaran haber experimentado discriminación por edad, y la falta de experiencia asociada.
Inferiores expectativas profesionales. Los elementos analizados en los epígrafes anteriores (una menor formación, dificultades de capacitación, insuficiente presencia de los jóvenes con discapacidad en las empresas o mayor discriminación) se alzan como barreras que merman la seguridad y la confianza de los jóvenes con discapacidad a la hora de afrontar la búsqueda de empleo. Todo ello puede repercutir en una actitud más desfavorable y en una baja autoestima que mengua aún más las posibilidades laborales de los jóvenes con discapacidad, así como sus expectativas profesionales. Un buen ejemplo de ello es el salario. En efecto, la mitad de los encuestados aspira a un empleo con una remuneración inferior a 13.000 euros anuales; seguidos de un 39% que busca un trabajo con un sueldo entre 13.000 y 20.000 euros a año. Muy por detrás, un 6,7% de los jóvenes con discapacidad espera conseguir un trabajo con un salario entre 20.000 y 25.000 euros anuales, mientras que un 2,7% aspira a una remuneración entre 25.000 y 30.000 euros. Por último, solo un 1,4% de los jóvenes con discapacidad cree que puede conseguir unos ingresos superiores a 30.000 euros. En el otro lado, y como se observa en el siguiente gráfico, los jóvenes sin discapacidad tienen unas expectativas salariales significativamente superiores: aunque un 20,4% se mueve en un rango salarial inferior a 13.000 euros, pero el grueso (36,4%) tiene perspectivas más elevadas y espera conseguir un empleo que le proporcione entre 20.000 y 25.000 euros al año.
Otra de las conclusiones que se desprende de la investigación es que las y los jóvenes con discapacidad tardan el doble en encontrar empleo: una media de 2 años. Las sombras expuestas en el apartado anterior motivan unas mayores dificultades de los jóvenes con discapacidad para encontrar trabajo, que revierten en una tendencia a la cronificación de su desempleo. En esta línea, la presente encuesta ha querido conocer el tiempo medio que tardan en encontrar un trabajo estable los jóvenes con discapacidad, frente al resto de las personas de su generación. Para ello, se les ha formulado la pregunta ¿cuánto tiempo tardaste en encontrar tu último trabajo, de una duración de más de 3 meses?[i]
Las respuestas de los encuestados arrojan una media de 24,5 meses en encontrar empleo (2 años) para los jóvenes con discapacidad. La misma pregunta se ha realizado al resto de los jóvenes y este periodo se reduce a la mitad (12 meses, de media). Entre las barreras -ya mencionadas- que motivan esta cronificación de su desempleo destacan un menor nivel formativo y la falta de oportunidades de capacitación, así como prejuicios y estereotipos que frenan la contratación de los jóvenes con discapacidad, perpetuando la situación de desempleo.
[i] Se ha excluido en la pregunta a los que nunca han tenido una experiencia laboral tan duradera