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Al parecer algunos cambios de esta nueva normalidad que estamos estrenando hace algunos meses han venido para quedarse. La modalidad home office es uno de ellos. El trabajo en remoto de aquellos empleos que pudieron convertirse a la virtualidad es una de las transformaciones que van a perdurar aun cuando la pandemia haya pasado. Un informe recientemente publicado por la agencia McKinsey analiza cómo será el futuro del trabajo después de la COVID-19 y cómo será el impacto de este nuevo escenario en los mercados laborales de todo el mundo.

¿Volveremos a la oficina? ¿Habrá eventos presenciales? ¿Cómo mantendremos el distanciamiento en las reuniones? Son algunas de las preguntas que la mayoría de las y los trabajadores de los ámbitos que pudieron adaptarse al nuevo mundo digital se hacen cotidianamente.

La pandemia lo transformó todo y el mercado laboral no ha sido la excepción. La inesperada llegada de la COVID-19 perturbó los mercados laborales de todo el mundo durante 2020. Las consecuencias a corto plazo fueron repentinas y a menudo graves: Millones de personas fueron despedidas o perdieron sus puestos de trabajo, y otras se adaptaron rápidamente a trabajar desde casa al cerrar las oficinas. Muchos otros trabajadores fueron considerados esenciales y continuaron trabajando en hospitales y tiendas de primera necesidad, en camiones de basura y en almacenes, aunque bajo nuevos protocolos para reducir la propagación del nuevo coronavirus.

La agencia McKinsey publicó un informe sobre el futuro del trabajo después de la COVID-19 en el cual examinan aspectos de la economía post-pandémica. La investigación evalúa el impacto duradero de la pandemia en la demanda de mano de obra, la combinación de ocupaciones y las aptitudes de la fuerza de trabajo necesarias en ocho países con diversos modelos económicos y de mercado laboral: China, Francia, Alemania, India, Japón, España, Reino Unido y Estados Unidos. En conjunto, estos ocho países representan casi la mitad de la población mundial y el 62% del PIB.

Es evidente que uno de los puntos más importantes para evitar los contagios es el distanciamiento social.  Se ha comprobado que los puestos de trabajo en ámbitos laborales con mayor proximidad física probablemente experimentarán una mayor transformación tras la pandemia, lo que tarerá efectos en cadena en otros ámbitos laborales a medida que los modelos empresariales cambien.

Resulta importante destacar que esas modificaciones se dan en aquellos ámbitos que cuentan con el privilegio de poder adaptar sus lógicas a la virtualidad. Un gran porcentaje de la población no ha podido conservar sus empleos porque la modalidad del teletrabajo no es validad para sus oficios. Las alteraciones a corto y largo plazo de aquellos ámbitos que pasaron a la virtualidad a causa de la COVID-19 varían. Durante la pandemia, el virus perturbó más gravemente los ámbitos en los cuales la proximidad física era indispensable: la atención médica, la atención personal, el servicio de atención al cliente in situ, el ocio y los viajes.

Tres grandes tendencias que pueden reconfigurar el trabajo post-pandémico:

La investigación advierte que la pandemia impulsó a las empresas y a los consumidores a adoptar rápidamente nuevos comportamientos que probablemente se mantengan, cambiando la trayectoria de tres grupos de tendencias:

1. El trabajo a distancia y las reuniones virtuales continuarán

Quizá el impacto más evidente de la COVID-19 en la población activa sea el espectacular aumento de empleados que trabajan a distancia. Para determinar hasta qué punto podría persistir el trabajo a distancia después de la pandemia, el estudio analizó su potencial en más de 2.000 tareas utilizadas en unas 800 ocupaciones en los ocho países de estudio. Teniendo en cuenta sólo el trabajo a distancia que puede realizarse sin pérdida de productividad, se infirió que entre el 20% y el 25% de los trabajadores de las economías avanzadas podrían trabajar desde casa entre tres y cinco días a la semana. Esto representa entre cuatro y cinco veces más trabajo a distancia que antes de la pandemia y podría provocar un gran cambio en la geografía del trabajo, ya que los individuos y las empresas se desplazan de las grandes ciudades a los suburbios y las ciudades pequeñas.

Es por esto, que algunas empresas ya están planeando cambiar a espacios de trabajo flexibles tras las experiencias positivas con el trabajo a distancia durante la pandemia, una medida que reducirá el espacio total que necesitan y llevará a menos trabajadores a las oficinas cada día. Asimismo, la investigación constató que, aunque es probable que los viajes de ocio y el turismo se recuperen después de la crisis, se estima que alrededor del 20% de los viajes de negocios, el segmento más lucrativo para las aerolíneas, podría no regresar. Esto tendría importantes repercusiones en el empleo en el sector aeroespacial comercial, los aeropuertos, la hostelería y los servicios de alimentación.

2. El comercio electrónico y otras transacciones virtuales están en auge

Ir a la tienda ya no es lo mismo que antes. Muchos consumidores descubrieron la comodidad del comercio electrónico y otras actividades en línea durante la pandemia. El estudio afirma que, en 2020, el porcentaje de comercio electrónico creció entre dos y cinco veces más que antes de la COVID-19.  Aproximadamente tres cuartas partes de las personas que utilizaron los canales digitales por primera vez durante la pandemia dicen que seguirán utilizándolos cuando las cosas vuelvan a la "normalidad", según las encuestas McKinsey Consumer Pulse realizadas en todo el mundo.

También han despegado otros tipos de transacciones virtuales como la telemedicina, la banca online y el entretenimiento en streaming. Es posible que estas consultas virtuales disminuyan un poco a medida que las economías se reabran, pero es probable que continúen muy por encima de los niveles observados antes de la pandemia.

3. Se produjo una adopción más rápida de la automatización y la Inteligencia Artificial

Dos formas en las que las empresas han controlado históricamente los costes y mitigado la incertidumbre durante las recesiones son la adopción de la automatización y el rediseño de los procesos de trabajo, que reducen la proporción de puestos de trabajo que implican principalmente tareas rutinarias. En la encuesta mundial realizada por la consultora McKinsey a 800 altos ejecutivos en julio de 2020, se muestra que dos tercios afirmaron que estaban incrementando la inversión en automatización e IA de forma parcial o significativa. Las cifras de producción de robótica en China superaron los niveles pre pandémicos en junio de 2020.

Asimismo, muchas empresas desplegaron la automatización y la IA en almacenes, tiendas de comestibles, centros de llamadas y plantas de fabricación para reducir la densidad del lugar de trabajo y hacer frente a los aumentos de la demanda. La característica común de estos casos de uso de la automatización es su correlación con las altas puntuaciones de proximidad física, y la investigación ha descubierto que los ámbitos de trabajo con altos niveles de interacción humana probablemente verán la mayor aceleración en la adopción de la automatización y la IA.

Además de las enormes pérdidas en aquellos ámbitos que no pudieron girar hacia lo digital, las transformaciones en el mundo laboral serán muchas. En este escenario, los responsables políticos podrían apoyar a las empresas ampliando y mejorando la infraestructura digital para reducir las brechas y así favorecer a la inclusión. Los gobiernos también podrían considerar la posibilidad de ampliar las prestaciones y las protecciones a los trabajadores independientes que tienen mayor inestabilidad en este contexto. Además, tanto las empresas como los responsables políticos podrían colaborar para apoyar a las y los trabajadores que migran entre ocupaciones. Estas trasformaciones, de la mano de políticas públicas adecuadas podrían derivar en sociedades más sólidas y equitativas.

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