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La tan nombrada nueva normalidad ya está aquí. Tras los peores meses de la pandemia, aunque el virus aún sigue entre nosotros, las transformaciones que hemos vivido como sociedad nos permiten repensar muchos aspectos de nuestra vida y, sobre todo, el modo en el que nos vinculamos con el medioambiente. La consultora McKinsey desarrolló una serie de recomendaciones vinculadas a la sostenibilidad para recuperarnos de la COVID-19.

No todas las consecuencias que nos dejará este año pandémico serán egativas. La nueva normalidad también puede ser un momento para transformar nuestros hábitos, re ordenar nuestras prioridades como sociedad y re pensar nuestro vínculo con la naturaleza y el medioambiente. Desde hace ya varios meses venimos hablando de la tan esperada nueva normalidad y esta ya está aquí. Será entonces responsabilidad nuestra lograr efectivamente hacer de esta nueva normalidad una mejor a la anterior. Para aportar a este objetivo, la consultora McKinsey junto a otras organizaciones han propuesto seis prioridades en materia de sostenibilidad que pueden ayudarnos en el camino hacia La Próxima Normalidad.

1. Priorizar una recuperación de la COVID-19 que sea verde

El período posterior a la pandemia determinará si el mundo cumple o no los objetivos de emisiones del Acuerdo de París de 2015, que se establecieron para limitar el calentamiento global a 1,5°C. Se estima que se gastarán 10 billones de dólares a nivel mundial en la recuperación de COVID-19. La investigación realizada por McKinesey muestra que una recuperación con bajo nivel de carbono podría no sólo reducir significativamente las emisiones, sino también crear más empleos y crecimiento económico que una recuperación con alto nivel de carbono. De hecho, el análisis de las opciones de estímulo para un país europeo sugiere que la movilización de 75.000 millones de euros a 150.000 millones de euros de capital podría producir entre 180.000 y 350.000 millones de euros de valor añadido bruto, crear hasta tres millones de nuevos puestos de trabajo y permitir una reducción de las emisiones de carbono del 15 al 30% para 2030.

2. Asignar y reasignar el capital

La asignación y reasignación de capital es la clave para una recuperación ecológica. La buena noticia es que las finanzas mundiales ya se han movilizado, y las bajas tasas de interés hacen que el costo del capital para las inversiones en sostenibilidad nunca haya sido tan bajo. Recientemente, la ecuación riesgo-recompensa para las inversiones en sostenibilidad se ha invertido. Las inversiones intensivas en carbono que antes eran seguras ahora se consideran riesgosas, y las alternativas limpias que antes se consideraban riesgosas ahora se consideran seguras. Por ejemplo, las tecnologías energéticas como la solar, la eólica, el almacenamiento de baterías y los vehículos eléctricos ya no necesitan subsidios para ser asequibles y, para algunos, los costos siguen disminuyendo.

Además, el buen funcionamiento de los mercados de carbono, en los que los inversores privados, los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales y las empresas pueden adquirir voluntariamente compensaciones de carbono para sus emisiones, será fundamental para alcanzar los objetivos de cero emisiones netas y de reducción neta de las mismas. En las conversaciones y anuncios que se realizaron durante la Semana del Clima en la ciudad de Nueva York desde el pasado 21 de septiembre, vemos que la demanda de estos mercados es significativa, lo que requerirá el aumento de la oferta de compensaciones de carbono y mecanismos sólidos para su certificación y verificación.

3. Adaptación a los riesgos físicos del cambio climático

El impacto físico del aumento de las temperaturas mundiales ya está presentando desafíos a las comunidades de todo el mundo. A medida que el clima de la Tierra se calienta, los peligros agudos como las olas de calor y las inundaciones aumentan en frecuencia y gravedad, mientras que los peligros crónicos como la sequía y el aumento del nivel del mar se intensifican. El cambio climático no sólo podría crear desigualdad -beneficiando simultáneamente a algunas regiones y perjudicando a otras- sino que, dentro de las regiones, las comunidades y poblaciones más pobres suelen ser las más vulnerables a los fenómenos climáticos.

Según las investigaciones del Instituto Mundial McKinsey, estos riesgos físicos del cambio climático también se traducirán en un aumento de los riesgos socioeconómicos, lo que planteará nuevas cuestiones tanto a los dirigentes empresariales como a los encargados de formular políticas.

4. Aceleración de la descarbonización

El sector de la energía estaba experimentando una transformación mundial antes de la pandemia, ya que los menores costos hacían que las energías renovables fueran competitivas con los combustibles convencionales. Dado que la COVID-19 ha creado una mayor urgencia para abordar el cambio climático, la aceleración de la descarbonización en todos los sectores podría reducir el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero necesario para cumplir los objetivos del Acuerdo de París de 2015. El informe muestra que la industria de la moda, por ejemplo, fue responsable de unos 2.100 millones de toneladas métricas de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en 2018, alrededor del 4 por ciento del total mundial, y aproximadamente la misma cantidad de GEI por año que las economías enteras de Francia, Alemania y el Reino Unido juntas. Los fabricantes de moda y los productores de fibras podrían reducir significativamente sus emisiones descarbonizando la producción y el procesamiento de materiales, minimizando los desechos de producción y fabricación, y aumentando el uso de transporte y embalaje sostenibles, entre otros esfuerzos.

5. Protección del capital natural

El capital natural proporciona servicios críticos y resistencia, desde el apoyo a los ciclos del agua y la formación del suelo hasta la absorción de CO2 y la protección de las comunidades contra las tormentas, las inundaciones, los incendios y la desertificación. Pero los estudios muestran que la actividad humana está erosionando el valor generado por el capital natural: Por ejemplo, la deforestación es responsable de hasta el 14% de las emisiones mundiales de carbono, lo que acelera el cambio climático y aumenta la frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos. Las investigaciones sugieren que duplicar la conservación de la naturaleza para 2030 podría tener un impacto significativo tanto para el medio ambiente como para la economía.

6. Transformación de las empresas

Será central para la recuperación que las empresas se comprometan fuertemente con acelerar la acción climática. Como dice Dickon Pinner, socio principal de McKinsey y líder mundial en el ámbito de la sostenibilidad, la respuesta al cambio climático -y el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París de 2015- exigirá que las empresas mundiales se transformen a gran escala. Pinner expresó al respecto, "La magnitud de nuestro desafío climático requerirá una acción rápida en todos los sectores de la economía. Lo que hagan los países, las empresas y los individuos en la próxima década decidirá en qué mundo vivirán las generaciones futuras".

La nueva normalidad nos propone muchos desafíos, pero también oportunidades de transformación positivas. Abordar el riesgo climático no será fácil, pero valdrá la pena para construir un mundo más próspero, equitativo y sostenible.

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