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Infraestructuras verdes frente a las grises, reutilizar el agua de lluvia en lugar de tirarla por el desagüe, pavimentos permeables… En definitiva, trabajar con la naturaleza y no en su contra es rentable social, ambiental y económicamente. China es la pionera, Para el año 2020 se construirán dieciséis ciudades esponja piloto en un área de más de 450 kilómetros cuadrados.

“Hoy más que nunca debemos trabajar con la naturaleza, en lugar de en contra de la misma. La demanda de agua aumentará en todos los sectores. El desafío que todos debemos enfrentar es el de satisfacer esta demanda de una manera que no exacerbe los impactos negativos en los ecosistemas”. Así se expresa Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO en el prólogo del Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2018. Y Gilbert F. Houngbo, presidente de ONU-Agua lo refuerza: “si trabajáramos con la naturaleza en lugar de en contra de la misma, mejoraría el capital natural y respaldaría una economía circular competitiva y eficiente en el uso de los recursos. Las SbN (Soluciones basadas en la Naturaleza) pueden ser rentables y, al mismo tiempo, proporcionar beneficios ambientales, sociales y económicos”.

Pues bien, una de ellas es la ciudad esponja, donde se aplican enfoques de infraestructura verde en paisajes urbanos, principalmente para mejorar la disponibilidad de agua. Se trata, sobre todo, de evitar que el agua de lluvia inunde ciudades mientras se implementan formas de conservarla para su reutilización en lugar de simplemente canalizarla por los desagües. Y, como señala Stefan Uhlenbrook, coordinador del Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos (WWAP por sus siglas en inglés) “existen varios mecanismos que se pueden utilizar para acelerar la adopción de las SbN para el agua. Se ha demostrado que los esquemas de pago por servicios ambientales y los bonos verdes generan una interesante rentabilidad y reducen la necesidad (y los costos) de una infraestructura más grande, a menudo más costosa, necesaria para la gestión de los recursos hídricos y la provisión de servicios de abastecimiento de agua y saneamiento”.

Este concepto se ha iniciado ya en China. El objetivo del proyecto es que el 70% del agua de lluvia sea absorbida y reutilizada mediante una mejor permeación, retención y almacenamiento de agua, purificación y drenaje, así como el ahorro y la reutilización del agua. Este objetivo deberá alcanzarse en un 20% de las áreas urbanas para el año 2020 y en un 80% de las áreas urbanas para el año 2030. Se espera que a través de este proyecto se mitiguen los impactos negativos de la construcción urbana sobre los ecosistemas naturales.

La aplicación de soluciones basadas en la naturaleza en toda la ciudad, tales como techos verdes, pavimentos permeables y biorremediación, junto con la restauración de humedales y ríos urbanos y periurbanos, son la base de esta iniciativa nacional. Para el año 2020 se construirán dieciséis ciudades esponja piloto en un área de más de 450 kilómetros cuadrados, con más de 3.000 proyectos de construcción planificados e inversiones totales por aproximadamente 1.250 millones de dólares.

Los resultados iniciales incluyen el alivio del anegamiento urbano, la mejora de los ecosistemas relacionados con el agua, la promoción del desarrollo industrial y el incremento de la satisfacción pública general. La planificación central de la política, alineada activamente con la implementación a nivel local, ha incorporado el concepto de ciudad esponja en la planificación urbanística y la restauración ecológica a nivel de ciudad y distrito en las provincias de Shenzhen y Guangdong.

Algunos ejemplos de medidas incluyen la instalación de techos verdes, paredes y pavimento permeable, así como la revitalización de lagos y humedales degradados, los cuales absorben el exceso de agua pluvial. Los jardines pluviales y los sistemas de biorretención se utilizan entonces para recolectar la escorrentía y eliminar ciertos contaminantes. Parte de esta agua se regresa al sistema natural y se almacena para garantizar la disponibilidad de agua para fines de riego y limpieza durante los períodos de sequía.

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