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Ni lo científicos, ni las empresas, ni las ONG. Nadie ha conseguido que Donald Trump abandone su postura negacionista del cambio climático. Oficialmente ya no se puede contar con la primera potencial mundial. ¿Y ahora qué? ¿Se conseguirán los objetivos acordados en París para luchar contra el calentamiento global?

El presidente del America First ha hecho lo que prometió. Ha firmado el decreto para comenzar el desmantelamiento del legado contra el cambio climático de Obama. En concreto, ha eliminado los límites de emisiones contaminantes en la producción de energía y favorece el uso del carbón. Los argumentos: la independencia energética y crear más empleo para “hacer una América grande de nuevo”.

“Es una vergüenza que pone de manifiesto hasta qué punto Donald Trump no entiende el mundo ni el tiempo en el que vive. En el corto plazo no afectará a la economía de Estados Unidos, sí en el medio y largo, lastrando su modernización y eficiencia”, comenta Teresa Ribera, directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI) de París, para Diario Responsable. La decisión del todopoderoso presidente hará más difícil el cumplimiento de los objetivos medioambientales americanos, que habían sido respaldados por un gran número de ciudades, alcaldes y compañías. Un ejemplo notorio: la empresa petrolera ExxonMobil mostró pocas horas después del decreto su malestar y pidió que la Casa Blanca respetara el Acuerdo de París. Un giro medioambiental de 360 grados que según Ribera “generará más sufrimiento, más costes, y más tiempo. Puede que alguno sienta la tentación de relajar su propia estrategia pero más bien asistiremos a una ola creciente de indignación”. El profesor de Relaciones Internacionales de Comillas ICAI-ICADE, Pedro Rodríguez, alerta de las graves consecuencias del descontento con la globalización y el populismo que se suman al clima político trasatlántico que cuestiona toda clase de esfuerzos multilaterales. “Con el America First estamos retrocediendo al sistema de Westfalia de preeminencia del Estado nación”, advierte.

Estados Unidos y China son responsables del 40% de las emisiones de dióxido carbono del mundo, estos gases ocasionan el aumento de la temperatura. El "Plan de Energía Limpia" de la era Obama buscaba reducir para 2030 en un 32% las emisiones de las centrales termoeléctricas respecto a los niveles de 2005. Ahora alcanzar ése objetivo será tremendamente complicado. “Trump pone en riesgo al planeta”, subrayaba el editorial del periódico The New York Times  tras el anuncio de la nueva orden ejecutiva. Con EEUU mirando hacia otro lado ante uno de los desafíos más graves que la humanidad tiene planteados en el siglo XXI, Europa y China se convierten los actores dispuestos a liderar el reto.

"La UE y China están uniendo fuerzas para avanzar en la implementación del Acuerdo de París y acelerar la transición global a la energía limpia. Nuestra cooperación exitosa en temas como comercio de emisiones y tecnologías limpias está dando frutos. En estos tiempos turbulentos, el liderazgo climático compartido es más necesario que nunca”, señaló el comisario europeo de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete, después de una reunión albergada en el país asiático. "Tanto si siguen comprometidos como si no lo hacen, China está decidida a cumplir los objetivos", ha comentado el portavoz chino del ministerio de Asuntos Exteriores, Lu Kang. Estados Unidos todavía no ha dado detalles de si abandonará o no el Acuerdo de París, pero y tal como ha avisado una de las persona clave de aquel pacto sobre el cambio climático, Laurence Tubiana, hay que hacerse la idea de que el país norteamericano saldrá y hay que trabajar con ese supuesto. “Los países y las empresas deben ser más ambiciosos con sus objetivos y tener planes a largo plazo”, indicó recientemente en una jornada de la Fundación Renovables en Madrid.

trump peligromundial

El abandono de Trump a la lucha por la conservación del planeta no significa el punto y final en esta batalla. Los objetivos del Acuerdo de París no dependen de un solo gobierno. “No es una buena noticia pero el acuerdo mundial seguirá. En la COP22 de Marrakech la reacción de todos los países fue unánime: se seguirá hacia delante, por razones medioambientales y porque es una oportunidad para la economía”, declara la responsable del programa de Cambio Climático WWF España, Mar Asunción. Muy firme se ha mostrado Annie Leonard, directora ejecutiva de Greenpeace USA, catalogando al presidente norteamericano como un empleado de la industria de los combustibles fósiles en lugar de un verdadero líder. “Retrasará la inevitable transición de Estados Unidos a la energía limpia, pero no puede detenerla. El problema es que va a causar un gran daño ambiental. Está poniendo a América más atrás en la carrera mundial hacia el futuro renovable”. En la misma línea se ha pronunciado Berni Sanders, uno de los políticos actuales más populares en EEUU, que ha criticado al presidente por gobernar rechazando a la ciencia y por impulsar los beneficios de las industrias del petróleo, gas y carbón. “Está amenazando la vida de nuestros hijos y nietos. Vamos a luchar contra usted en cada paso del camino”, advirtió.

Como dice el refrán: la unión hace la fuerza, y así se está viendo en los últimos días. Un informe reciente de la compañía encuestadora Gallup pone de manifiesto que el número de norteamericanos "creyentes y preocupados" sobre el cambio climático ha alcanzado un nuevo máximo del 50%. Grandes empresas como Apple, Wal – Mart, General Mills, Nestlé, GAP, Electric Power o Duke Energy ya han expresado su respaldo a lucha contra el cambio climático y a finales de 2016 más de 300 organizaciones presionaron al nuevo gobierno norteamericano para continuar la política de Obama contra el calentamiento global. Nueva York y California, en donde viven casi el 20% de los estadounidenses, ya han anunciado que continuarán sus planes contra el cambio climático, como los gobernadores de Oregon, Washington y California y los alcaldes de Los Ángeles, San Francisco, Oakland, Portland y Seattle.

A pesar de la postura negacionista del partido republicano, hay esperanza en la lucha contra el cambio climático. “Ahora mas que nunca hay que demostrar el empuje, la única posibilidad de desarrollo es la transición hacia una economía baja en carbono”, destaca Mar Asunción. Eso sí, la realidad es que ahora los esfuerzos deben ser mayores y con más celeridad en la acción. Según la Organización Meteorológica Mundial, el 2016 hizo historia con una temperatura máxima mundial sin precedentes, un nivel excepcionalmente bajo de los hielos marinos y un aumento ininterrumpido del nivel del mar y del calor oceánico. “Estados Unidos no tiene la última palabra en la escena internacional, aunque sigue siendo la potencia hegemónica imprescindible para solucionar toda clase de retos globales”, comenta el profesor Pedro Rodríguez. La Unión Europea ha reconocido la preocupación con el paso atrás de uno de los principales responsables de las emisiones de efecto invernadero, pero también ha recalcado que la transición energética global está en marcha y es irreversible. El camino a seguir tiene que ser el de Pekín y Nueva Delhi que han dado muestras de compromiso: sobrecumpliendo sus objetivos y revisando a la baja sus estrategias de carbón. La ex secretaria de Estado de Cambio Climático en España entre 2004 y 2008 lo tiene claro: “Hoy EEUU pesa mucho menos que hace 20 años y los pasos aislacionistas de Trump aceleran la tendencia. Dependemos de nosotros mismos y de todos los demás. Trump es una desgracia pero no nos debe llevar a la desgracia a los demás”, apunta Teresa Ribera.

@ignaciocayetan

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