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Para quienes nos dedicamos a esto de la RSC estaba claro que en cuanto apareciera publicada la guía ISO 26000 en 2010, muchos entes normalizadores nacionales publicarían sus respectivas normas basadas en la guía, a pesar de violar con ello el espíritu no certificable de la misma.



Lo que no podíamos esperar es que dicha actuación se produjera con nocturnidad y alevosía por parte de AENOR, el ente español, y antes de la aparición de la guía de ISO, y cometiendo como mínimo cuatro gravísimos errores que son cuanto menos poco éticos, sin entrar en cuestiones legales.

En primer lugar, y así me lo hacen notar desde una certificadora, AENOR ha practicado nuevamente competencia desleal al mezclar sus negocios de normalización y certificación. Recientemente ha certificado a Red Eléctrica Española en la que ha llamado la norma RS 10:2009. Cito textualmente, de dicha fuente, que "se aprovecha de su posición privilegiada de organismo normalizador para hacer uso de información privilegiada para la certificación, cuando por reglamentación tiene que mantener la imparcialidad e independencia entre las actividades de normalización y certificación. Esta norna no ha sido publicada hasta que ellos han ejecutado la primera certificación lo que supone competencia desleal y uso de información privilegiada. Y más cuando se trata de una norma de reponsabilidad social que no debería permitir estas actuaciones".

En segundo lugar hay que hacer notar que la susodicha 'norma' es un engaño a quienes participaron en la elaboración de una 'guía'. A partir del 2002, varios grupos de interés, entre ellos la CEOE, sindicatos, universidades y diversas asociaciones, fueron llamados por parte de AENOR para trabajar en un estándar de RSC, pero bajo la condición que finalmente impusieron éstos de que no fuera certificable, y que fuera pues una guía. AENOR pues se ha aprovechado de la buena voluntad de una serie de grupos de interés en su provecho propio. Transparencia e implicación de grupos de interés, pues, se han ignorado, bases como sabemos de toda actuación socialmente responsable. Queda pendiente además valorar el rigor: la última versión que pude consultar de dicho documento, no contenía para nada requisitos y, como la ISO 26000, hacía una descripción de buenas prácticas. ¿Cómo puede ello ser certificable?

En tercer lugar, el estándar de AENOR supone una grave violación del espíritu de la ISO 26000, que repetidamente recuerda que no puede ser un estándar certificable, aunque juegan al desconcierto intercambiando la denominación de norma con la de guía, indistintanmente, lo cual supone también un error por parte de AENOR. Una 'norma' es eso, una 'norma', no se puede jugar a usar el mismo término para distintas cosas. Además la ISO 26000 está en formato borrador y ni tan solo hay fecha clara de publicación. Así pues lo que podemos leer en la nota de prensa de Red Eléctrica, "la certificación española RS 10/2009 está en consonancia con los principios de la futura norma internacional ISO 26000 que se aprobará el próximo año y será una guía de actuación global en materia de responsabilidad social", cae en el ridículo más exquisito.

Finalmente, la afirmación "La norma RS 10:2009 se convertirá en un referente mundial al ser el primer estándar europeo sobre responsabilidad social", da a entender que no existe ningún otro estándar (sabemos de sobras que desde hace 10 años está la SGE 21 en Iberoamérica, y en México ya hay una norma certificable del ente normalizador nacional, la NMX-SAST-004-IMNC-2004).

Y es precisamente este último punto el que nos apunta a los motivos: AENOR tiene la clara intención de internacionalizarse, en especial en lo relativo a certificación en Latinoamérica, y además responde con esta 'norma' a la pataleta causada por no haber podido formar parte del Consejo Estatal de RSC, que recordemos tiene un grupo de trabajo de normalización y comunicación. AENOR nunca fue considerada como posible candidata simplemente porqué es un outsider en el sector.

Con esa nocturnidad, alevosía y precipitación, AENOR ha querido irrumpir por decreto, como elefante en una cacharrería, en el mundo de la RSC, sin tener para ello legitimidad alguna y cayendo en el mayor de los ridículos patrios.


 

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