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En el corazón del Darién, donde hace apenas una década solo reinaba el silencio —y el miedo—, hoy brota una nueva economía. Biofílmica, una empresa de biotecnología, paga a comunidades locales por recolectar plantas medicinales asistidas por inteligencia artificial. Han descubierto tres moléculas con potencial anticancerígeno y creado 1.200 empleos en territorios antes dominados por el narcotráfico. Una postal del futuro: Latinoamérica como reserva ecológica y laboratorio social del planeta.
Latinoamérica sostenible: el continente de la última oportunidad

El continente alberga tanto el pulmón verde más grande del mundo como una de las tasas más altas de pérdida ambiental. Cada minuto desaparecen cuatro campos de fútbol de selva amazónica . Casi el 40% del agua empleada en minería se consume sin prácticas sostenibles . Y apenas el 7% de los emprendimientos logra escalar por falta de inversión verde .

Bioeconomía 4.0: la revolución que ya comenzó

  1. Tecnología ancestral + blockchain: Ayni (Perú) fusiona saberes andinos con trazabilidad digital: cada bolsa de café se vende con un NFT que certifica su impacto social.

  2. Residuos como activos: Conceptos Plásticos (Colombia) transforma desechos en ladrillos reciclados con los que se levantan escuelas.

  3. Alianzas improbables: Costa Rica y Microsoft utilizan IA para medir y comercializar bonos de biodiversidad.

Una oportunidad que no admite demora

Latinoamérica podría sumar €1,4 billones al PIB regional para 2030 si apuesta decididamente por la bioinnovación: invertir al menos el 3% en desarrollo sostenible y crear fondos para startups indígenas. Chile ya opera minas de litio con desalinizadoras solares; en Brasil, las favelas reforestan con drones; México produce bioplásticos a partir del nopal.

La región tiene el talento, la biodiversidad y la urgencia. Pero también una advertencia: si el mundo no invierte en Latinoamérica, no solo pierde un mercado, pierde su última oportunidad de futuro.

¿Será el continente capaz de convertir su riqueza natural en prosperidad sostenible? La respuesta —como la selva— crece en silencio, pero ya empieza a escucharse.

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