A ello se suma una creciente presión regulatoria que exige a las empresas cumplir con normativas más estrictas en materia ambiental, social y de gobernanza (ESG), como la Ley de Información Empresarial sobre Sostenibilidad. Esta ley traspone dos directivas europeas que establecen el marco para presentar y verificar información relacionada con aspectos ESG, además de racionalizar las obligaciones de reporte corporativo.
Además de los reguladores, tanto inversores como clientes demandan una mayor transparencia y responsabilidad en las iniciativas de sostenibilidad. Según datos de EY, el 99% de los inversores incorpora la información ESG en su proceso de toma de decisiones a la hora de invertir. Sin embargo, el 73% considera que las organizaciones aún no logran generar informes más completos que aborden de forma conjunta tanto los datos financieros como los aspectos ESG, algo clave para una toma de decisiones informada. Estos desafíos en la divulgación de sostenibilidad podrían traducirse en un déficit de confianza que desaliente a los inversores y afecte negativamente el acceso a financiación o inversión futura.
Ante estos retos, la tecnología se ha convertido en una aliada estratégica para agilizar y mejorar procesos clave ESG, como la medición, la predicción y la elaboración de informes. En España, el 52% de los líderes empresariales ya está adoptando soluciones tecnológicas para alcanzar objetivos sostenibles, superando ligeramente la media global del 50%, según datos de Deloitte.
Avances como la inteligencia artificial (IA) están permitiendo realizar proyecciones más precisas y generar informes más completos y útiles para la toma de decisiones, pero su efectividad dependerá del acceso a datos fiables y de una capacidad analítica sólida dentro de las organizaciones.
El reto de los datos en la gestión ESG
La integración efectiva de los datos es fundamental para avanzar en los compromisos ESG, aunque se trata de un camino que presenta ciertos desafíos. Y es que, informar sobre sostenibilidad, exige trabajar con grandes volúmenes de información, que abarcan desde emisiones de carbono y consumo energético hasta métricas sociales y de gobernanza a lo largo de toda la cadena de valor.
En la actualidad, muchas organizaciones aún operan con sistemas informáticos heredados, diseñados en su día para registrar indicadores económicos y de productividad, y no para abordar las complejidades actuales del ESG. Como resultado, los datos suelen estar dispersos en múltiples plataformas, almacenados en formatos distintos e incluso repartidos por diferentes regiones. Esta fragmentación dificulta su consolidación, análisis y aprovechamiento, lo que puede traducirse en pérdida de información clave y en una menor capacidad para generar reportes completos y fiables.
Aunque, a primera vista, podría parecer una buena idea centralizar todos los datos, homogeneizarlos y procesarlos, en la práctica muchas empresas se encuentran con estructuras tecnológicas tan intrincadas y dispersas que les impide administrar los datos de manera efectiva.
En este contexto, el cumplimiento normativo puede acabar percibiéndose como una carga adicional, ya que representa una tarea costosa, compleja y difícil de sostener en el tiempo si no se cuenta con las herramientas adecuadas para gestionar la información. En cambio, las organizaciones que consiguen superar estos desafíos, gracias a una gestión eficaz de agilidad para adaptarse a nuevas exigencias y destacar en un entorno cada vez más orientado a la sostenibilidad.
Esto es posible gracias a enfoques como la gestión lógica de datos, que permite disponibilizar los datos corporativos necesarios sin necesidad de moverlos físicamente y sin proyectos costosos y largos que, a veces, hace inviable cumplir con la normativa a tiempo. En lugar de replicar datos en uno o varios almacenes tradicionales (DataMart, DataLake, Lakehouse, etc.), esta tecnología conecta, integra, estandariza, y disponibiliza información en tiempo real desde múltiples fuentes internas y externas con el control, gobierno y seguridad necesarios. Así, mejora la capacidad de respuesta, reduce los riesgos de incumplimiento y proporciona una infraestructura escalable capaz de evolucionar junto con las normativas.
Esta problemática se convierte en exponencial cuando se trata de cubrir algunos aspectos como, por ejemplo, el Pilar 3 de la normativa regulatoria ESG, cuando tenemos que acceder e incorporar a nuestro reporte regulatorio datos de sostenibilidad de clientes y terceros con quien colaboramos. Este enfoque lógico no hace solo que el acceso a estos datos sea más rápido, seguro y barato, sino, en muchos casos, que sea viable o no.
A medida que las regulaciones se vuelven más exigentes y los grupos de interés demandan mayor transparencia, las empresas tienen la oportunidad de evolucionar en su enfoque hacia la sostenibilidad. La gestión lógica de datos se consolida no solo como una herramienta tecnológica, sino como un factor estratégico que permite transformar la obligación de reportar en una fuente de valor real.
Las organizaciones que adoptan esta visión están utilizando la inteligencia de sus datos ESG no solo para cumplir, sino para innovar, ganar eficiencia operativa y fortalecer su competitividad. Lejos de ser un mero requisito, la sostenibilidad bien gestionada se convierte en una palanca para generar impacto positivo y construir relaciones más sólidas con clientes, inversores y la sociedad.