Estos días las empresas responsables andan enfrascadas en la elaboración de sus memorias de sostenibilidad. Este resumen anual de la buena gobernanza es un instrumento fundamental de comunicación. En ellas se describen las acciones realizadas y se responde al compromiso de transparencia, responsabilidad, rendición de cuentas y equidad. Las memorias son un instrumento indispensable para comunicar a todas las partes implicadas, y se hace un gran esfuerzo para comunicar tanto dentro como fuera de la organización, pero ¿cómo podemos conseguir nuestro objetivo sin morir en el intento?
Estos valores entroncan muy bien con los principios del lenguaje claro, que defiende el derecho a entender de las personas. Lo que busca es lo mismo que cualquier organización responsable en su comunicación, es decir: que el lector encuentre lo que busca, comprenda lo que encuentra y utilice esa información, ya se trate de personal interno o proveedores.
Este estilo de redacción tiene una larga tradición en los países anglosajones. Surge con el movimiento de derechos civiles estadounidense de los sesenta. La equidad entre los diferentes miembros de una sociedad pasa por la comprensión de la información, por lo que adaptar los textos para que lleguen a las minorías, a menudo personas de comunidades con menor nivel educativo, se concebía como paso indispensable para lograr una democracia plena. Así, lo que empezó como un enfoque dirigido a grupos minoritarios se ha implantado con fuerza para toda la ciudadanía también en el resto de los países anglosajones y nórdicos, con ejemplos muy notables, como la administración británica o el municipio de Estocolmo.
¿Quién no se ha sentido frustrado al realizar cualquier trámite administrativo, aparentemente sencillo? Inscribir un nacimiento, solicitar una beca o responder a una notificación de la Agencia Tributaria se antojan complicados incluso para personas con estudios superiores. Por suerte para todos, cada vez más administraciones españolas han entendido que este pequeño esfuerzo ayuda a la mayoría de la población.
En el sector privado podemos tomar nota de cómo corresponder a este derecho a entender con nuestro deber a informar. Una comunicación clara ayuda a la percepción de nuestra institución como institución transparente, honesta y responsable. En estos tiempos donde la moneda de cambio es la confianza y la reputación puede verse dañada por comentarios virales, debemos hacer un mayor hincapié en poner al usuario en el centro.
Un beneficio adicional, además, es que nos ayuda a ser más eficientes al transmitir conocimiento. Tomemos, por ejemplo, el caso de un nuevo trabajador. En ese onboarding, el tiempo perdido por la falta de comprensión de directrices se puede evitar con un diseño y redacción más adecuados.
¿Cómo aplicamos los principios del lenguaje claro?
Su naturaleza se manifestaría en la diametral oposición a los procedimientos lingüísticos que, adoleciendo de una tortuosa elaboración estructural y una superabundancia de perífrasis, conjuntamente con la inclusión de una terminología hermética, subvierten la inteligibilidad inherente al acto lector. O lo que es lo mismo: sería lo contrario de esas prácticas que dificultan la lectura con lenguaje enrevesado y términos incomprensibles.
Algunos consejos para empezar:
Bien aplicado, veremos cómo aumenta la interacción con los usuarios, la confianza en nuestra institución y disminuye la percepción de falta de transparencia.
Notas bibliográficas
Estrella Montolío y Mario Tascón (2020). El derecho a entender. La comunicación clara, la mejor defensa de la ciudadanía. Catarata
RAE (2024). Guía panhispánica de lenguaje claro y accesible. Espasa.
Santiago Muñoz Machado (2024). Fundamentos del lenguaje claro. Espasa.