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La inteligencia artificial (IA) es un motor esencial de transformación, con aplicaciones que abarcan desde la automoción hasta la atención médica. Sin embargo, a medida que avanza su despliegue, surge un desafío ineludible: ¿cómo equilibrar su impacto ambiental con sus beneficios?
La inteligencia artificial sostenible: un reto de futuro

Según el recién presentado informe HispanIA 2040, la IA será clave para abordar desafíos como modernizar el tejido productivo, reforzar la sostenibilidad medioambiental y reducir desigualdades en España.

No obstante, su potencial conlleva costes considerables. Se estima que para 2040 podría consumir más del 8% de la electricidad global, con modelos avanzados demandando hasta diez veces más energía que procesos tradicionales, según el Instituto de Investigación de Energía Eléctrica. Este consumo no solo afecta la infraestructura tecnológica, sino que también incluye la energía necesaria para mantener, operar y enfriar los componentes de la infraestructura, como los centros de datos, los servidores y los equipos de red. De hecho, las emisiones de gases de efecto invernadero de Google en 2023 fueron casi un 48% más altas que en 2019, en gran parte debido a la demanda de energía vinculada a los centros de datos.

El uso de hardware especializado en IA es otra vía a explorar. Los fabricantes de chips han comenzado a diseñar componentes específicamente para entrenar sistemas de IA, optimizando el consumo energético. Ejemplos como las GPU de nueva generación de NVIDIA, las unidades tensoriales de Google y el Trainium2 de Amazon demuestran avances significativos. Sin embargo, en Europa también se están liderando iniciativas en este ámbito: el Barcelona Supercomputing Center (BSC) desarrolla soluciones que combinan supercomputación con eficiencia energética, mientras que el proyecto Gaia-X promueve infraestructuras de datos sostenibles en toda la Unión Europea.

Además, avances tecnológicos como la poda y la cuantificación de modelos —que simplifican los cálculos necesarios eliminando datos redundantes o reduciendo su precisión sin afectar resultados clave— pueden mitigar este impacto.

España tiene una oportunidad única para liderar el cambio hacia una IA sostenible gracias a su creciente apuesta por las energías renovables. Avances tecnológicos, como el uso de modelos más eficientes que implementan técnicas de poda y cuantificación, pueden mitigar este impacto. Además, el informe HispanIA 2040 destaca la importancia de priorizar una adopción ética y responsable que garantice beneficios a largo plazo para la sociedad y el planeta.

El futuro de la IA no debe centrarse únicamente en sus aplicaciones, sino en cómo esta tecnología puede desarrollarse y utilizarse sin comprometer los recursos naturales. Una visión colaborativa, impulsada por empresas, gobiernos y ciudadanos, es esencial para asegurar que la revolución tecnológica avance de manera sostenible, con un impacto positivo tanto en el medioambiente como en el bienestar colectivo.

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