En un contexto global cada vez más incierto, las empresas deberíamos ser un reflejo de una sociedad cada vez más plural y diversa. En mi trayectoria profesional he podido comprobar, de primera mano, que no hay mayor riqueza que poder contar con una plantilla diversa, con diferentes orígenes, formación, experiencias e inquietudes, que, además, contribuye directamente en el crecimiento de las empresas por su mayor capacidad de creatividad, innovación, adaptación y resiliencia ante los retos de un mercado cada vez más competitivo y volátil.
Los principales retos a los que nos estamos enfrentado las empresas son la necesidad de impulsar la sensibilización sobre la igualdad y la discriminación en la empresa, que han supuesto un cambio en la cultura organizativa de las compañías, haciéndolas más inclusivas y equitativas, algo que, innegablemente, lleva tiempo y esfuerzo; y, por supuesto, la necesidad de involucrar a los empleados en el proceso de cambio para poder abordar estos desafíos.
En este sentido, en Pascual fomentamos una cultura inclusiva y equitativa, porque una organización sin diversidad ni igualdad no es una opción.
Desde hace dos años está en vigor nuestro III Plan de Igualdad, que se centra en tres grandes objetivos: integrar el principio de igualdad de trato y oportunidades en la compañía, incorporándolo en el modelo de gestión; garantizar la ausencia de discriminación directa o indirecta por razón de sexo y especialmente, en situaciones como la maternidad o asunción de obligaciones familiares, entre otras; y eliminar toda manifestación de discriminación en la promoción interna y selección para alcanzar una representación equilibrada de mujeres y hombres.
Además, contamos con procesos de promoción y compensación equitativa que aseguran que las oportunidades dentro de la empresa son iguales para todos. Este compromiso de la compañía ha sido clave para el obtener la certificación de AENOR en auditoría retributiva, convirtiéndonos en la primera compañía en obtenerlo. Lo que evidencia el trabajo que hay detrás para hacer de la igualdad entre mujeres y hombres una realidad.
Para superar estos desafíos, también es fundamental contar con el compromiso de la alta dirección, proporcionar una formación adecuada, establecer objetivos claros y medibles, y mantener un seguimiento constante de los avances en materia de igualdad y diversidad.
Estamos convencidos que una buena gestión del talento diverso y plural, junto a una política avanzada de igualdad y respeto, será una de nuestras palancas de competitividad. No solamente es necesario respetar la diferencia y blindar la igualdad de oportunidades, sino que es un valor añadido a la suma de talento, haciendo que nuestros equipos brillen más si suman sus talentos diferentes y trabajan desde las fortalezas individuales de cada miembro.