En las últimas décadas, los derechos de las mujeres en España y Europa han avanzado de manera significativa, logrando hitos importantes en áreas como la igualdad de género, la violencia de género, la salud reproductiva y la representación política. Sin embargo, en los últimos años, hemos comenzado a observar un preocupante retroceso en estos derechos, impulsado por una serie de cambios políticos y sociales que merecen ser analizados.
En España, el auge de la extrema derecha, representada principalmente por Vox, ha generado un clima político cada vez más polarizado. A medida que este partido ha ganado representación en el Congreso, ha comenzado a promover políticas que cuestionan los avances en derechos civiles, como los relacionados con la igualdad de género, los derechos, el feminismo, LGTBIQ+, y la memoria histórica.
Y es que uno de los factores más destacados en este retroceso en Europa en general y en España en particular, es precisamente el auge de movimientos políticos y partidos de extrema derecha que, bajo el velo de la defensa de la "tradición" y los "valores familiares", han comenzado a cuestionar y deslegitimar los avances logrados en materia de igualdad de género. En países como España, la irrupción de partidos como Vox ha traído consigo un discurso que minimiza la violencia de género, propone la eliminación de leyes consideradas "ideológicas" y busca desmantelar políticas públicas que promueven la igualdad.
Este fenómeno no se limita a España. En varias naciones europeas, hemos visto cómo gobiernos de corte conservador han implementado políticas que restringen el acceso a servicios de salud reproductiva, como el aborto, y han debilitado las leyes de protección contra la violencia de género. En Polonia, por ejemplo, las restricciones drásticas al aborto han llevado a una movilización masiva de mujeres que defienden sus derechos, mientras que en Hungría y otros países, se han adoptado discursos que promueven un modelo de familia tradicional que excluye a las mujeres de la toma de decisiones sobre sus propias vidas.
Además, la crisis económica y la pandemia de COVID-19 han exacerbado las desigualdades de género, poniendo de manifiesto cómo las mujeres, que a menudo ocupan empleos precarios y de cuidados, han sido desproporcionadamente afectadas. La falta de apoyo a políticas de conciliación laboral y familiar ha hecho que muchas mujeres se vean obligadas a renunciar a sus carreras o a asumir una carga mayor en el hogar, lo que, a su vez, limita su capacidad para participar plenamente en la vida pública y política.
Otro aspecto preocupante es la creciente polarización del discurso político, que ha llevado a una deslegitimación de las luchas feministas. Las campañas de desinformación y la difusión de discursos de odio han creado un entorno hostil para las activistas y defensoras de los derechos de las mujeres, lo que dificulta su labor y, en muchos casos, pone en riesgo su seguridad.
En este contexto, es fundamental que la sociedad civil, los movimientos feministas y las instituciones trabajen de manera conjunta para proteger los derechos de las mujeres y garantizar que no se retroceda en las conquistas logradas. La educación y la concienciación son herramientas clave para combatir los discursos de odio y promover una cultura de igualdad y respeto.
En este sentido sirve como ejemplo de la fragilidad de los derechos adquiridos el análisis llevado a cabo por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona con IA de más de 2000 letras de canciones que reflejan el alto contenido sexista de las mismas.
Sin ir más lejos hace 48 horas saltó la noticia de una panadería en Barcelona, en el barri de Sant Antoni, que ha sido denunciada porque reproducen videos en los que pueden verse en una pantalla mujeres fuertemente sexualizadas amasando pan. ¡¡En una panadería¡¡¡ Su propietario se justifica diciendo que a sus clientes les gusta verlo¡¡
En conclusión, el retroceso en los derechos de las mujeres en España y Europa es un fenómeno complejo que está ligado a la evolución política actual. Ante esta situación, es más necesario que nunca unir esfuerzos para defender y avanzar en la lucha por la igualdad de género, asegurando que los derechos de las mujeres no sean considerados un tema negociable en la arena política. La historia nos ha enseñado que los derechos no son automáticos; son el resultado de la lucha constante y el compromiso colectivo e individual de cada ciudadan@.