La reciente Cumbre del Clima de Dubái parece haber conseguido lo que parecía imposible: dar el primer paso hacia la “transición hacia el abandono” de los combustibles fósiles, triplicar las renovables y duplicar la eficiencia energética.
Un hito que, pese a la diversidad de opiniones que ha dejado en torno al éxito o no de la Cumbre, se produce en un año muy especial: un año 2023 que ya ha sido declarado el más cálido desde que se tienen registros, habiéndose alcanzado incrementos superiores a 2ºC en algunas fechas del mes noviembre.
Y es en este contexto de retos y desafíos donde las empresas deben empezar a hacer sus deberes y analizar el impacto medioambiental de su actividad y sentar los cimientos de una estrategia de cálculo y medición de la huella de carbono. Sobre todo, porque los consumidores, cada vez más, demandan relacionarse con empresas sostenibles y comprometidas con el planeta, pero también, porque, hasta ahora, el cálculo de la huella de carbono era voluntario, pero desde 2023 ha pasado a ser obligatorio tras la modificación del RD 163/2014, tal y como adelantaba la Ley de Cambio Climático (Ley 7/2021, de mayo de 2021). Una normativa que contempla multas de hasta 2,5 millones de euros para las empresas.
Afortunadamente, la tecnología vuelve a convertirse en el gran aliado para facilitar el control y la medición de la huella de carbono. No en vano, el mercado green tech va a crecer casi un 25 % esta década hasta superar los 690.300 millones de dólares en 2030 según de Precedence Research.
Pensemos en algo tan habitual como los viajes de empleados. Una noche de hotel en España genera 7 kgCO2e mientras que en el Reino Unido son 10,4 kgCO2e. Por su parte, un viaje Madrid - Barcelona en avión genera 77,5 kgCO2e mientras que en tren Ave son 16,6 kgCO2e.
Por su parte, la Agencia Internacional de la Energía calcula que el promedio global de la huella de carbono relacionada con la energía es de alrededor de 4,7 toneladas de CO2 por persona, el equivalente a tomar dos vuelos de ida y vuelta entre Singapur y Nueva York, o conducir un SUV promedio durante dieciocho meses.
A priori, son cifras que parece que no dicen mucho, pero cuando multiplicas esas estancias y desplazamientos por millones de veces te das cuenta de que los viajes de empleados son una causa directa y muy importante del cómputo total de la huella de carbono de una empresa. De hecho, suponen de media el 75 % de las emisiones de gases invernadero de alcance 3 en las empresas, según estimaciones de la organización medioambiental CDP.
Del mismo modo que hay tecnologías que han favorecido las reuniones virtuales y el trabajo colaborativo en remoto eliminando la necesidad de desplazarse hay herramientas, como la que ofrecemos desde Emburse Captio, en colaboración con GreeMko, disponer de datos precisos de la huella de carbono de los gastos de los empleados.
Lo cierto es que cada vez nos encontramos con más empresas a las que les preocupa medir y reducir sus emisiones de huella de carbono y no saben cómo y por dónde empezar. Y ahí es donde los proveedores de soluciones tecnológicas debemos ayudar y evangelizar para que esa primera duda no se convierta en la excusa para huir del compromiso con nuestro planeta.
La ventaja es que la tecnología nos permite hacer el cálculo de la huella de carbono en base a las directrices del Greenhouse Gas Protocol (GHG Protocol) y de la IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático). Además, los datos obtenidos cuentan con el suficiente rigor para ser certificados bajo la ISO 14064 o similares.
Esto conlleva numerosas ventajas para las organizaciones más allá de la reducción del impacto ambiental. Como, por ejemplo, una mayor competitividad en las licitaciones públicas ya que la administración requiere acciones relacionadas con el registro de huella de carbono y medidas de reducción de emisiones, entre otras, para la contratación pública; o una mayor atracción y retención de talento, dado que las personas se sienten atraídas por trabajar en empresas que tengan la sostenibilidad como un valor intrínseco.
Hoy gracias a las tecnologías green tech tenemos la posibilidad de empezar a dejar de soñar con hacer grandes cosas y empezar a actuar con pequeñas cosas que, a la larga, supondrán un gran impacto positivo para todo el planeta.