La 27° Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático a realizarse en Egipto en los próximos días, representa un nuevo hito en la agenda global y un verdadero desafío político en tiempos de crisis ambiental, social y económica.
Es siempre auspicioso que la agenda de Cambio Climático cobre relevancia en los medios de comunicación y en la promoción de una mayor conciencia social, pero al relevar los verdaderos avances que se registran a partir de estas cumbres, es también habitual caer en la cuenta de la magnitud de desafíos pendientes y los atrasos en compromisos ya asumidos por las Naciones.
En esencia, los países centrales que son responsables por la mayor proporción de contaminaciones que causan graves perjuicios ambientales, que impactan irremediablemente sobre las economías y la sociedad toda, no terminan de asumir una postura reparadora y los países de menor desarrollo, ocupan su agenda política en temas domésticos que requieren una atención prioritaria.
Organizaciones de la Sociedad Civil vigilan el desarrollo de las economías y su impacto en las sociedades, y algunas de ellas comienzan a estar cuestionadas por sus supuestas alianzas con grupos políticos o empresarios que financian buena parte de sus presupuestos.
Una “industria ambiental”, aparece con fuerza para brindar productos y servicios al calor del Cambio Climático, y muchos agnósticos refuerzan sus incredulidades en el argumento de una crisis creada a la medida de la venta de sus soluciones.
Las empresas, en general, buscan adaptarse, pero aún con ritmos muy lentos a partir de una actitud reactiva que espera poder resguardarse a tiempo de los posibles impactos, con escasa información de inventarios y confundidos por la proliferación de esquemas de medición que muchas veces ni dialogan entre sí y por ende, carecen de comparabilidad.
No caben dudas que esta Conferencia será una nueva oportunidad para profundizar y expandir la agenda de Cambio Climático y sus impactos reales sobre las sociedades que están en permanente reclamo por una mejor calidad de vida en todas sus dimensiones, y es allí en donde no sólo la Política Pública, sino todos los actores relevantes, deben redoblar sus esfuerzos por mejorar significativamente sus procesos de rendición de cuenta y transparencia para recuperar la confianza y legitimidad, sin las cuales, la verdadera fuerza de los acuerdos se verá malograda.
El tiempo, fiel testigo de la historia, será quien reflejará el valor de estas iniciativas en la vida de las sociedades que piden a gritos liderazgos ejemplares y al servicio de la ciudadanía.