Ya hace casi cuatro años que empecé a estudiar periodismo y en tan solo un par de meses me estaré graduando. El qué pasará después de recibir el diploma me da bastante miedo. Lo primero que te dicen al entrar en la carrera es que de los presentes en el aula, tan solo un 10% ejercerá de periodista. Pueden parecer unas palabras muy duras para unos niños de 18 años que acaban de salir del colegio, pero reflejan la realidad de la profesión.
Los números no mienten. El 'Informe Anual de la Profesión Periodística 2019' afirmó que en ese mismo año el paro dentro del periodismo había crecido un 2,6% con respecto al año anterior. El total de periodistas en paro alcanzó las 7.003 personas, de estos un 63% eran mujeres y un 37% hombres. Datos que lo último que transmiten es esperanza.
Con tres asignaturas y un TFG por delante busco sin parar una oportunidad para poder comenzar mi futuro en el mundo del periodismo. Entre exámenes, proyectos de la universidad y estudios, me paso horas ajustando el currículum para los distintos puestos de trabajo, escribiendo mensajes a empresas o refrescando los portales de bolsa de empleo en busca de una nueva oferta.
Por desgracia, hay miles de jóvenes que se encuentran en la misma posición que yo. España lidera la lista europea en desempleo juvenil. Los datos recogidos por el INE en el tercer trimestre del 2020 muestran una tasa de parados menores de 25 años del 40,45%. Una cifra que, según las previsiones europeas, seguirá aumentando en los próximos meses y tardará en recuperarse.
Viendo el futuro negro que nos espera en España, muchos nos planteamos salir y buscar experiencias algo más prometedoras fuera de nuestras fronteras. Países como Suiza, Alemania o la República Checa presentan índices de desempleo juvenil por debajo del 10%, datos que nos dan algo de esperanza. Estos países pasan de ser simples vecinos a convertirse en posibles destinos de futuro laboral.
Los jóvenes estamos buscando, aunque sea pequeña, una oportunidad para comenzar nuestra carrera profesional. Aceptando empleos en los que nuestra remuneración es muy baja o incluso nula, y nuestra carga de trabajo es desmesurada. Aceptando puestos donde las condiciones laborales no son las idóneas, pero a su vez proporcionan un sueldo y una estabilidad necesaria para poder empezar a construir un futuro.
Muchos otros, cansados de la precariedad del mercado laboral, se aventuran a nuevos proyectos. Empezando desde cero, son ellos mismos quienes cogen esta situación por los cuernos y crean sus propias oportunidades. Comienzan a elaborar iniciativas emprendedoras, repletas de ideas propias, innovadoras y personales. Implicándose así, al cien por cien, en sus proyectos propios.
Los jóvenes queremos demostrar lo que valemos y que se nos dé la oportunidad de mostrar nuestras capacidades. El mercado laboral actual debe reinventarse, y nosotros tenemos mucho que aportar. Desde nuestra, quizá aparente, inexperiencia nacen nuestras ansias de aprender, crecer y contribuir en el futuro de nuestra sociedad.