Ya estamos escuchando voces pidiendo dar marcha atrás en las medidas contra el cambio climático para no frenar la recuperación económica posterior a la crisis. Algunos exigen que se suspenda el mercado de cuotas de CO2 a partir del 1 de enero de 2021.
Veremos qué pasa en la COP26 del próximo mes de noviembre en Reino Unido. Recordemos que la crisis financiera de 2008 prevaleció sobre todo lo demás y dejó a un lado el Protocolo de Kyoto.
Esta crisis sanitaria, de una dimensión sin precedentes, provocará una crisis económica igualmente sin precedentes, ilustrando las interdependencias de nuestras economías. Pero seamos positivos y ambiciosos: a través de la integración de los criterios ESG implementados en la selección de empresas, buscamos volver a un modelo de crecimiento centrado en el medio-largo plazo, donde las empresas centran sus políticas en el respeto de los desafíos climáticos y medioambientales, ponen el capital humano como el verdadero activo de su crecimiento futuro, revisan las remuneraciones de los directivos y accionistas en favor de la remuneración de los empleados para reducir las desigualdades. Ahora es el momento de sentar las bases para un crecimiento y unas finanzas sostenibles, los planes de inversión que la Unión Europea tiene que lanzar deben imperativamente basarse en estos nuevos objetivos: reconstruir la economía europea sobre la base de los desafíos medioambientales, sociales y societarios.
El desafío será aprovechar esta crisis para construir una sociedad más resiliente, baja en carbono y justa.