Esta sentencia, que ha levantado al país en clamorosas protestas, aparece recurrentemente en todos los medios de comunicación tradicionales y especialmente en las redes sociales. Dos ejemplos:
- Una petición en Change.org para inhabilitar a los magistrados encargados de dictar sentencia, que en muy pocos días ha conseguido 1.300.000 firmas;
- una convocatoria que corre en Facebook y que dice textualmente: si no hay condena por violación, este año las mujeres no vamos a San Fermín. Tampoco las parejas. La línea de flotación de España es el turismo. Si las mujeres se plantan, ya verás cómo se mueve el sector turístico para convencer a los del Tribunal Supremo…
Estas dos iniciativas tienen en común que piden matar al mensajero: los jueces se limitan a cumplir con su obligación (mejor o peor) de hacer aplicar la legislación vigente, y si queremos seguir viviendo en democracia es imprescindible que se siga respetando el principio básico de que hay que cumplir la ley. Otra cosa muy distinta es si una ley no se ajusta al principio de justicia. En ese caso lo que se hace en democracia es cambiar la ley por acuerdo de la mayoría.
Y ahí es precisamente donde las mujeres tenemos - de momento - las de perder. Las leyes son el fiel reflejo de la sociedad que las promulga, y nuestra sociedad actual se basa en el principio implícito de que el hombre es superior a la mujer. Tenemos numerosos ejemplos:
1. En el ámbito de la sanidad, año pasado se practicaron en España un 25% de cesáreas, el doble de lo recomendado por la OMS, y en países no europeos la tasa es generalmente mayor. Las razones son de lo más variopinto, pero siempre injustificadas desde el punto de vista de la salud: comodidad de los equipos médicos, razones estéticas, supersticiones… en todos los casos, es la mujer quien sufre una agresión que puede acarrear graves complicaciones y es la mujer quien ha de atenerse a lo que se considera adecuado socialmente.
2. Si nos fijamos en el reparto de la riqueza en todo el mundo, en la lista Forbes de las personas más ricas aparecen solo 227 mujeres de un total de 2.043 personas, (el 11%), mientras que las mujeres son el 70% de las personas que viven en situación de extrema pobreza.
3. Las desigualdades por razón de género son tan numerosas que sería agotador elegir solo unos pocos ejemplos. Vale a este respecto nuestro artículo RSE en femenino: cuando aprietan los zapatos
4. En el mundo del trabajo, el número de mujeres en puestos directivos está en el 27%; el 20% de las empresas españolas no cuenta con ninguna mujer directiva (en África el porcentaje es del 11%); las empresas cotizadas aún necesitan 415 mujeres para alcanzar la paridad; y no es solo en la cúspide de la organización donde se dan estas desigualdades: si hablamos únicamente de salarios, Dentro de 170 años mujeres y hombres cobrarán lo mismo.
5. Respecto a la violencia en general, 1 de cada 3 mujeres la sufren. La ONU exhorta a acabar con la cultura de impunidad de la violencia contra mujeres y niñas, que constituye un impedimento para lograr la igualdad de género, la paz y el desarrollo. Y Justine Greening, jueza de la Corte Interamericana de DDHH, nos recuerda que “ningún país puede desarrollarse verdaderamente si la mitad de su población se queda atrás.”
En culturas ya extintas o en proceso de extinción, en cambio, vemos ejemplos muy diferentes: la mujer ocupa un puesto importante en su sociedad además del papel preponderante que se le otorga por el hecho de concebir. Dos ejemplos:
1. En el valle de Jequetepeque, en tiempos de los Mochica y sus descendientes, las mujeres fueron tan importantes para la construcción y el mantenimiento de la sociedad como sus contrapartes masculinas. (Puedes consultar La Dama de Cao). En la cultura mochica, el sistema de parentesco era bilineal, se reconocían los descendientes por el lado materno y paterno. La interrelación parental se expresaba en diademas (parentesco paterno) y antifaces (parentesco materno).
2. Algunas similitudes se dan en el País Vasco: el matriarcalismo vasco ha concedido tradicionalmente a la mujer un papel decisivo en su entorno y se aprecian sus conocimientos y habilidades que ayudar a vivir mejor a las personas y a respetar a la naturaleza.
Afortunadamente, nuestra sociedad se comporta revulsivamente en estos momentos: además de las manifestaciones que se suceden día tras día en diversos enclaves urbanos, tenemos estudios y aportaciones de personas cualificadas en diferentes ramas del saber, cuyas manifestaciones están haciendo mucho para ayudar a la sociedad a enfocarse en una visión de la vida más holística y por tanto más inclusiva con la mujer. Algunos ejemplos:
1. La Universidad Estatal de Pensilvania ha demostrado que las políticas aplicadas por los gobiernos pueden afectar a la evolución humana, y viceversa. (Un interesante artículo en Tendencias21).
2. José Luis de la Serna, director médico de @Movistar_Riders, asegura que "nada tiene tanta plástica como el cerebro, la forma en que se configuran continuamente los trillones de neuronas y conexiones interneuronales según cómo los uses"
3. Silvia Leal: (BCC Speakers, a quien la Comisión Europea y un sinfín de CEOs escuchan): "la vida es ahora para gente con iniciativa" y "tengo la suerte de que me pagan por imaginar por dónde irá el mundo" son dos de sus frases.
4. Natasha Lamb (de Arjuna Capital, un fondo inversor activista) presenta batalla para reducir la brecha salarial en compañías como Google, Apple, Amazon… utilizando palancas como la responsabilidad social y la transparencia. "La luz es el mejor desinfectante", nos dice.
Así pues, parece que vamos por buen camino: la población presiona en las calles para que los políticos reflexionen, los organismos internacionales nos ofrecen cifras relevantes con el mismo propósito, los científicos están demostrando que podemos hacer muchos cambios vitales en nuestra concepción de la vida, profesionales del mundo de la tecnología y de los nuevos modelos de gestión toman la iniciativa para avanzar… parece ser que esta vez sí, esta vez nos lo estamos tomando en serio.
Tengo la esperanza de ver una nueva realidad que respete a la mujer - como hacían los mochicas y los vascos - y que a la vez integren los nuevos y numerosos conocimientos interdisciplinarios para mejorar la vida de ese 50% de la población que todavía está injustamente menospreciado.