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“Lo que les piden hoy nuestros clientes, que son, no lo olviden, los dueños de sus empresas es “leadership and clarity that will drive not only their investmens returns but also the prosperity and security of their feilow citizens” Carta de Larry Fink a los máximos ejecutivos de las empresas en las que invierten sus fondos.

¿Por qué llamo “gran Fink” al máximo ejecutivo de BlackRock? No me parece exagerado llamar así a alguien que tiene en sus manos  el mayor fondo de inversiones del planeta y mueve un capital de casi seis billones de dólares, cinco veces el PIB de España… No sé si podría llamarle grande por otros motivos, porque sea un buen tipo, generoso, altruista, comprometido con el bien común. Eso no lo sé, pero en lo que me estoy fijando ahora es en la enorme cantidad de dinero que custodia y que controla.

Veo su foto que es la que encabeza esta entrada y me impresiona. Debe de ser un personaje autoritario y muy seguro de si mismo. Quizás demasiado, pienso. Pero es normal, o eso creo, porque es evidente que manda mucho, que controla mucho dinero, suyo y de otros, sobre todo de otros. Pero poco importa lo que yo piense o imagine sobre lo que veo en el rostro de Fink. Lo que si importa saber es que millones de grandes y pequeños ahorradores confían en BlackRock y que son muchas las empresas que necesitan los dólares que emanan como churros de esa enorme y poderosa RocaNegra. Sabemos más cosas, sabemos que el tal Larry es un típico judío americano, más listo que el hambre, que no se para en barras, que es ambicioso y que está forrado. Un amigo mío liberal hasta los tuétanos, me dice que no es un tipo de fiar. Le recuerdo la fábula de las abejas de Mandeville, lo de los vicios privados y la virtudes públicas. Fink tiene mucho poder, y puede usarlo para bien o para mal, sin necesidad de que sea o haya sido un buen tipo.

Las cartas que dirige Fink cada año a los ejecutivos de las empresas suscitan una gran atención. Tienen, no me resisto a decirlo para que se vea que estoy al día, un efecto viral. Va dirigidas sobre todo a las empresas “beneficiadas” por los fondos de BlackRock pero  son leídas también con atención por los activistas sociales. Ven en ellas una especie de doctrina empresarial. No hay que descartar que se fijen en ellas potenciales ahorradores que buscan la mayor rentabilidad pero también sentirse bien, sentir que la inversión de su dinero servirá para el bienestar de la sociedad, para mejorar el mundo. A mi me la han hecho llegar dos hijos preocupados por estas cuestiones. La he leído y me ha parecido que tiene algo de pastoral, valga la analogía o la metáfora. Porque Fink pastorea a las empresas. Les dice  lo que deberían de hacer para ser acreedoras a las ayudas de BlackRock. Money is power. Les lee la cartilla ¿Qué dice Larry, sin ninguna autoridad que no sea la de los dólares, a esos CEOS innomimados, pero que están ahí, detrás de cada una de las empresas a las que va dirigida la carta?

Nada nuevo bajo el sol, me diréis si le echáis un vistazo.. Sí, es verdad, lo que dice Larry, no es nada nuevo. Me recuerda a la Rerum Novarum de León XIII. “Society is demanding that companies, both public and private, serve a social purpose” O sea, RSC/RSE, la dichosa y reiterada responsabilidad social de la empresa de la que tanto se hablaba hace no mucho tiempo. Realmente la vida no deja de depararte sorpresas. De estos asuntos me ocupé yo durante años en la Universidad Nebrija sin creer en realidad mucho en ellos. Lo nuevo, lo que impresiona o al menos me impresiona a mi,  es que sea una de las más genuinas representaciones del capitalismo, unos fondos de inversión, los que lo digan, los que lo exijan. Lo que son las cosas. Nunca hubiera imaginado algo así. Una especie de Encíclica de un judío americano a sus creyentes: sed buenos, tratad de reducir las lacerantes desigualdades sociales, de garantizar jubilaciones dignas, de proteger el medio ambiente.. Las cosas han cambiado. A mejor; otra vez mi inveterado optimismo. Hace algunos  años hicimos en Hidroeléctrica Española un documental sobre la labor social de la empresa. Nunca se proyectó en la Junta General como estaba previsto. A un consejero no le gustó alguna escena. “Lo que quieren los accionistas es un buen dividendo y todo lo demás les tiene sin cuidado” me dijo. Si se hubiera enterado Larry Fink a la Iberdrola de hoy BlackRock le habría retirado los fondos.

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