Las propuestas planteadas a gobiernos y organizaciones son claves pero ¿somos conscientes de nuestro impacto si cambiamos hábitos para combatir la desigualdad?
Oxfam Internacional acaba de publicar el informe "Una economía al servicio de un 1%" con un mensaje contundente: la desigualdad está aumentando muy rápidamente, una muestra es que hoy un 99% de la riqueza mundial está en manos de un 1% de la población.
Si leemos el informe en detalle los datos son incuestionables: 62 personas amasan la misma fortuna que la mitad más pobre del total de la población mundial y uno de los principales factores que contribuyen a esta situación es la fuga de capital a paraísos fiscales.
La publicación coincide con la campaña viral #NoAlEscaqueo y ha tenido una excelente repercusión mediática, coincidiendo con la celebración de la cumbre de Davos.
Leemos la noticia. ¿Y qué hacemos al respecto en nuestra vida cotidiana?
Hasta el momento, poco. La reacción habitual es la indignación pero la "infoxicación" nos lo pone fácil para olvidar con rapidez y seguimos con nuestros hábitos diarios, sin cambiar gran cosa.
Cuáles son las CLAVES del informe que ya habréis leido ampliamente en diferentes medios ?
1. "La creciente desigualdad económica perjudica a todo el mundo.
2. "Lejos de alcanzar a los sectores menos favorecidos, los más ricos están absorbiendo el crecimiento de los ingresos y la riqueza mundial a un ritmo alarmante (...) mediante un complejo alarmante de paraísos fiscales".
3. "La creciente desigualdad económica también agrava la desigualdad entre hombres y mujeres.
4. "Son las personas más pobres quienes viven en zonas más vulnerables al cambio climático y sufren sus peores consecuencias.
5. " Se produce un aumento del rendimiento del capital frente al trabajo". Conclusión: "Este sistema no beneficia a la mayoría de la población, y además destruye el planeta(...) . El problema no es la falta de riqueza en el mundo".
Oxfam ofrece una serie de recomendaciones a organizaciones y gobiernos para paliar esta situación :
Salarios dignos y reducción de la brecha salarial, igualdad de las mujeres, limitación de la influencia de las élites y fomento de la transparencia, generación de políticas de I+D más equilibradas que favorezcan el acceso de medicamentos asequibles, distribución del esfuerzo fiscal de manera justa y equitativa en pro de la ciudadanía y lucha por poner fin a los paraísos fiscales, entre otras medidas.
Ahora repetimos oportunamente la pregunta: ¿Qué podemos hacer tú y yo como personas "corrientes" más allá de la recomendaciones a gobiernos u organizaciones?
Cada uno de los puntos destacados tiene una traducción en clave de proximidad: desigualdad en famílias monoparentales que suelen ser encabezadas por mujeres, el 14,2% de las personas que trabajan están en riesgo de exclusión social, fraude fiscal (España es uno de los países donde más ha aumentado), ERE's, además del incremento de la temperatura que afecta a las cosechas, etc. 
Hay que actuar, sin duda. ¿Cómo?
Mediante el apoyo a iniciativas como ésta en redes sociales, pero además cambiando hábitos.
Uno de los más eficientes es promover nuestro poder mediante la compra responsable, de la que ya hemos hablado en diversas ocasiones . Además, este tipo de iniciativas genera también cambio en nuestros círculos más próximos resultando más fácil que incorporen este tipo de comportamientos.
Porque está en nuestra mano promover y reconocer aquellas marcas que conversan, se comprometen (de verdad) y nos ofrecen un producto o servicio de alta calidad con un precio asequible. No es una quimera, es eficiencia consecuencia de una mejora de procesos. Las empresas que saben que la RSC no es divisible ni un elemento aislado -sino que forma parte de una manera de entender y hacer empresa- saben que actuar de manera correcta es rentable, independientemente del tamaño de la organización.
Y es que las empresas que adoptan la RSC como modelo de gestión son conscientes de los beneficios por la mejora de procesos y optimización de recursos pero también saben que las personas implicadas en este proceso son esenciales y deben de ser tratadas de manera digna para favorecer también su crecimiento, además de convertirse en un referente para futuros empleados (que se lo pregunten a los millennials...)
Pero nosotros también formamos parte de este proceso, como consumidores, y tenemos un papel importante escogiendo y prescribiendo las marcas que se identifican con nuestros valores. Este fenómeno está creciendo con rapidez aunque tiene mucho camino que recorrer todavía. Las marcas lo saben, y también son conscientes de que puede condicionar sus ventas. La reputación es muy importante para las marcas y por ello se cuida cada vez más la conversación en las redes y la percepción generada que oscila en función de sus actuaciones.
Y es que para incorporar cambios de comportamiento en el consumo la concienciación es clave y por tanto saber comunicar el mensaje " y saber lo que hay detrás del producto". Una buena muestra es la iniciativa "The 2 Euro T-Shirt - A Social Experiment" de Fashion Revolution.
Sin embargo, también es necesario "repensar" nuestra manera de consumir. No solamente estamos hablando de escoger un producto de la misma gama con un precio similar sino de la importancia de conocer para qué lo necesitamos y promover otros usos, otros tipos de consumo (economía colaborativa) y su reutilización. Hay que "pensar en inversión y no sólo en gasto" tal como promueve la tendencia slow fashion: apostar por la calidad y la originalidad con prendas atemporales y bonitas no tiene porqué suponer un problema para el bolsillo.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han sido resultado de mucho esfuerzo y no deben de ser, ni permitiremos que sean, papel mojado. Deben de llevarse a cabo mediante la implicación de todos los actores (por supuesto gobiernos, empresas y organizaciones) pero no olvidemos que también formamos parte de este proceso para hacer un mundo mejor. No hay opción, somos agentes de cambio aunque no nos demos cuenta. Por tanto, seamos conscientes de nuestras acciones y actuemos en consecuencia.