Aunque el planeta ha registrado progresos notables en indicadores clave como la esperanza de vida o la reducción de enfermedades infecciosas, la cobertura sanitaria universal —piedra angular del derecho a la salud— se ha quedado atrás. Así lo advierte un informe presentado por el Secretario General de la ONU, António Guterres, durante el 58º periodo de sesiones de la Comisión de Población y Desarrollo celebrado en Nueva York del 7 al 11 de abril.
Desde el año 2000, regiones como África y Asia del Sur han experimentado un incremento de más de 10 y 9 años respectivamente en la esperanza de vida. También se han logrado reducir a la mitad los nuevos casos de VIH y se han registrado descensos significativos en la mortalidad infantil, el consumo de tabaco y los accidentes de tráfico.
Sin embargo, la última década muestra un panorama mucho menos alentador. La mortalidad materna no ha mejorado, los avances en la salud infantil se han frenado y enfermedades como la obesidad, la diabetes, la demencia y los trastornos mentales han aumentado. El informe resalta que este escenario pone en evidencia un desequilibrio preocupante: mientras algunos indicadores mejoran, la equidad en el acceso a la atención médica se deteriora.
Uno de los datos más alarmantes del informe es que la cobertura sanitaria universal se ha estancado a escala global. Al mismo tiempo, se han disparado los casos de gasto sanitario catastrófico, es decir, cuando un hogar debe destinar más del 40% de su capacidad de pago a servicios de salud.
Emergencias recientes como la pandemia de COVID-19 han expuesto las debilidades estructurales de muchos sistemas sanitarios, que aún hoy muestran una baja capacidad de respuesta y una alta dependencia de la financiación privada.
Recomendaciones clave: invertir más y mejor
“El acceso a servicios de salud esenciales es posible incluso en países con menos recursos, pero requiere decisiones políticas firmes y una inversión sostenida”, señala el documento, según informa Naciones Unidas. Entre las principales recomendaciones, el Secretario General insta a los gobiernos a aumentar significativamente el gasto público en salud y a garantizar la contratación y retención de personal sanitario con salarios competitivos. En la actualidad, casi la mitad de los trabajadores de la salud en el mundo atienden solo al 22% de la población, una cifra que pone en jaque la equidad en la atención.
También se propone reforzar la atención comunitaria, ampliar el número de comadronas y profesionales especializados en salud mental, e impulsar la formación de equipos preparados para actuar frente a emergencias sanitarias.
El informe hace un llamamiento a aprovechar la innovación tecnológica, como la telemedicina y los avances en diagnóstico digital, para mejorar el acceso en zonas remotas y reducir costes. En cuanto a las políticas de contención del gasto, se destacan medidas como la promoción de medicamentos genéricos, la regulación de precios, la eficiencia en las compras públicas y la lucha contra el fraude. El enfoque planteado propone abordar la salud a lo largo de todo el ciclo vital: desde la infancia hasta la vejez, con especial atención a la salud sexual y reproductiva, la prevención, y el desarrollo de hábitos saludables durante la adolescencia.