Este año, Naciones Unidas ha adoptado el lema "Agua para la paz" con motivo del Día Mundial del Agua, y no es una elección casual. En un mundo donde 3.600 millones de personas, lo que representa el 45% de la población mundial, carecen de acceso al agua y saneamiento, este recurso se convierte cada vez más en un factor geopolítico crucial y, lamentablemente, en ocasiones, en un arma de guerra.
La escasez de agua no solo impacta la supervivencia y el bienestar de las personas, sino que también puede exacerbar tensiones entre naciones y comunidades. Los conflictos por el acceso y control del agua son cada vez más comunes, especialmente en regiones donde los recursos hídricos son limitados o compartidos entre diferentes países. Además, la contaminación del agua agrava esta situación, afectando la salud pública y la disponibilidad de agua potable para millones de personas. En algunos casos, los conflictos armados han llevado a la destrucción deliberada de infraestructuras de agua y saneamiento, dejando a comunidades enteras sin acceso a este recurso vital.
Pablo Alcalde, responsable de Agua y Saneamiento en Acción contra el Hambre, señala que "la paz verdadera va más allá de la ausencia de conflictos armados. Garantizar un acceso equitativo e inclusivo al agua y saneamiento no solo ayuda a prevenir conflictos, sino que también promueve la paz; porque agua es salud, es desarrollo socioeconómico y es estabilidad”.
En el actual escenario de emergencia climática, es esencial abordar la crisis global del agua considerando factores como los conflictos, la migración y el cambio climático. Por ejemplo, en Gaza, el riesgo de un desastre de salud pública no se debe a la escasez de agua, sino a cómo se controla el acceso al agua para crear una crisis artificial. Mientras tanto, en lugares como Siria y el Líbano, la aparición repentina del cólera se debe a una combinación de factores, principalmente el conflicto y el cambio climático. Las poblaciones que viven en condiciones insalubres, como campos de refugiados y zonas rurales, son las más vulnerables a esta enfermedad transmitida por el agua.
En 2023, se registró un nuevo caso de cólera cada 45 segundos, y se espera que este año la cifra de casos aumente en todo el mundo. Según Pablo Alcalde, “el mayor riesgo de estas epidemias radica en la falta de saneamiento e higiene, más que en la ingestión de agua contaminada. Por ejemplo, las uñas de un niño pueden contener miles de veces más bacterias fecales que un río contaminado. El virus del cólera es más común en las manos de una persona enferma que en el agua de un río contaminado, donde se diluye la concentración de virus”.
En este contexto, Acción contra el Hambre ha lanzado su nuevo informe "La brecha de financiación del agua 2024", destacando que, a nivel mundial, solo se cubrió el 36% de la necesidad de financiación relacionada con programas de agua y saneamiento en 2023. A pesar de la disminución de la ayuda, la necesidad de asistencia se intensifica: 3.600 millones de personas en todo el mundo carecen de saneamiento adecuado y son susceptibles a enfermedades transmitidas por el agua, volviéndolos aún más vulnerables a la desnutrición. El informe, lanzado con motivo del Día Mundial del Agua que se celebra el 22 de marzo, examina datos de países con las necesidades más urgentes que buscan apoyo en la financiación para programas de agua, saneamiento e higiene (WASH) a través del sistema humanitario de la ONU.
“Para más de dos mil millones de personas, la falta de acceso a agua potable segura no es solo un problema en el Día Mundial del Agua, sino todos los días", declara el director general de Acción contra el Hambre, Olivier Longué. Y concluye: “Es algo que estamos viendo en directo en Gaza, donde además de sufrir la fase más grave de inseguridad alimentaria, la población carece de acceso a agua potable y servicios básicos de saneamiento, como retretes y lavabos, esenciales para su higiene y para prevenir enfermedades”.