La pobreza infantil es una problemática global que afecta a niños y niñas, privándolos de las condiciones esenciales para un desarrollo saludable. Se caracteriza por la incapacidad de satisfacer sus necesidades fundamentales, como alimentación adecuada, acceso a la educación, atención médica y un entorno seguro propicio para su crecimiento. La gravedad de la pobreza infantil se manifiesta en impactos a corto y largo plazo. A nivel inmediato, la falta de recursos básicos tiene consecuencias devastadoras para la salud física y mental de los niños, incluyendo desnutrición y falta de acceso a servicios médicos. Datos recientes de la oficina de investigación de UNICEF, Innocenti, revelan una preocupante realidad en Europa.
El estudio señala que algunos de los países más ricos experimentaron aumentos significativos de la pobreza infantil entre 2014 y 2021. España, aunque mantiene una tasa estable del 28%, se sitúa en el puesto 36 de 39 países de alto ingreso en la Unión Europea y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), solo por encima de Reino Unido, Turquía y Colombia. Los Report Card de UNICEF (Innocenti) revelan datos impactantes. El Report Card 18, centrado en la pobreza infantil, analiza la situación actual y la evolución en la última década. España se posiciona en el puesto 36 en la tabla de situación actual entre 2019 y 2021, solo por delante de Rumanía. Si se consideran solo los ingresos de 2021, España tiene la tasa más alta de pobreza infantil en la UE.
Aunque algunos países, como Polonia y Eslovenia, logran reducciones significativas de más del 30%, España mejora ligeramente, ocupando el puesto 22 en el progreso de la pobreza infantil, con una reducción del 4% entre 2014 y 2021. A pesar de mantener cifras estables, se encuentra en la categoría de países con tasas iniciales elevadas y una mejora relativa.
Los expertos destacan que la pobreza infantil no depende exclusivamente de los niveles de renta del país. Comparando a España con Eslovenia, ambos con niveles similares de renta per cápita, España tiene una tasa del 28%, mientras que Eslovenia presenta un 10%. Además, España tiene el cuarto porcentaje más alto de niños en pobreza persistente en Europa, superando el 20% entre 2017 y 2019. El análisis subraya desigualdades significativas, afectando a familias migrantes, niños en la comunidad gitana, aquellos con discapacidades o que viven en hogares con un solo adulto, especialmente mujeres, quienes están particularmente expuestos a la pobreza. La situación demanda una acción urgente y enfoques específicos para abordar las diversas causas y dimensiones de la pobreza infantil en España.
Consecuencias irreversibles
Además de exponer los datos sobre la pobreza e investigar sus posibles causas, los expertos de UNICEF abordan las consecuencias de esta realidad inaceptable. Según el informe, estas repercusiones pueden extenderse a lo largo de toda la vida, ya que los niños que experimentan la pobreza tienen menos probabilidades de completar su educación y obtienen salarios más bajos en la adultez. En algunos países, se estima que una persona nacida en una región desfavorecida puede vivir entre ocho y nueve años menos que alguien nacido en una zona más próspera.
La pobreza crónica o persistente se vincula con mayores desafíos en el aprendizaje, la salud y problemas emocionales y de comportamiento en comparación con los niños que no han experimentado la pobreza o lo han hecho de manera puntual. Por tanto, es crucial poner fin a la pobreza infantil, y en nuestro país, la nueva legislatura, junto con la creación reciente del Ministerio de Juventud e Infancia, ofrece una nueva oportunidad para lograrlo. A pesar de que en la última legislatura se implementaron políticas y ayudas sociales que contribuyen a mejorar los ingresos de las personas y hogares con menores recursos (como los ERTES, el aumento del salario mínimo, el Impuesto Mínimo Vital y su complemento por niño, o el paquete de medidas contra la inflación), estas medidas no han sido completamente efectivas debido a la falta de enfoque específico en la infancia, su limitación a rentas muy bajas y una cobertura limitada con un alto nivel de inaccesibilidad a las ayudas.
Es imperativo expandir las políticas sociales de apoyo económico dirigidas a la infancia y sus familias, mejorar el acceso a servicios esenciales, ampliar la cobertura de medidas de conciliación, garantizar la educación desde la primera infancia hasta los tres años, avanzar en la garantía de acceso a vivienda adecuada e involucrar activamente a la propia infancia en el debate. Para lograr esto, se deben impulsar herramientas como la Garantía Infantil Europea, aprobar la Ley de Familias y establecer una prestación universal por crianza.
Finalmente, a nivel global, el Report Card realiza una serie de pedidos a los gobiernos y a las partes interesadas para que actúen con urgencia para erradicar la pobreza infantil: