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Los efectos de la pandemia, sumado a las múltiples crisis actuales impactan de manera directa en las cifras del hambre y la desigualdad. António Guterres recuerda que en todo el planeta hay casi un millón de personas que viven en condiciones de hambruna y que 3000 millones de individuos no pueden costearse una alimentación saludable. El titular de la ONU insta a los Gobiernos, científicos, el sector privado, la sociedad civil y las instituciones financieras a actuar para revertir estas tendencias.

Ayer, domingo 16 de octubre, se celebró el Día Mundial de la Alimentación. Con motivo de la efeméride, António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, expresó que, durante los últimos tres años, el número de personas que pasan hambre “se ha duplicado con creces”. El mandatario reconoció que la conmemoración llega “en un momento difícil para la seguridad alimentaria mundial”, con cerca de un millón de personas viviendo en condiciones de hambruna.

El tema del Día Mundial de la Alimentación de este año es “No dejar a nadie atrás. Una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor”. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) advirtió que el mundo corre el riesgo de sufrir otro año de hambre récord, ya que la crisis alimentaria mundial sigue llevando a más personas a niveles cada vez más graves de inseguridad alimentaria. La crisis alimentaria mundial que vive el planeta, fruto de una confluencia de crisis causadas por las alteraciones climáticas, los conflictos y las presiones económicas, provoca que el número de personas hambrientas a escala global haya crecido de 282 millones a 345 millones en sólo los primeros meses de 2022, afirmó este jueves el PMA.

El Programa amplió este año sus objetivos de asistencia alimentaria para llegar a la cifra récord de 153 millones de personas, y a mediados de año ya había prestado asistencia a 111,2 millones de individuos.

El titular de la ONU recordó que las comunidades más vulnerables son quienes sufren las peores consecuencias de “la pandemia de COVID-19, la crisis climática, la degradación ambiental, los conflictos y la acentuación de las desigualdades” y que la guerra en Ucrania aceleró la subida de los precios de los alimentos y los fertilizantes.

Pero el problema no radica en la escasez, sino en el reparto desigual. Hay comida suficiente para alimentar a todas las personas del mundo, pero no está la voluntad política de hacerlo. Guterres razonó que el trabajo conjunto de Gobiernos, científicos, el sector privado y la sociedad civil debe servir para que toda la población pueda tener acceso a dietas nutritivas. Al respeto sostuvo: “Hay suficientes alimentos para todos los habitantes de nuestro mundo este año. Con todo, los agricultores necesitan con urgencia acceder a los fertilizantes a un costo razonable para garantizar una cantidad suficiente de alimentos el año que viene”. Del mismo modo, añadió que las instituciones financieras deben ampliar su apoyo a los países en desarrollo “para que puedan ayudar a su población” y facilitarles la posibilidad de “invertir en sistemas alimentarios”.

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