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La emergencia climática no es una problemática del futuro que podamos evitar. Lo cierto es que el cambio climático ya está aquí, sus consecuencias son palpables y sólo queda mitigar sus efectos en la mayor pedida posible. En la última década, la temperatura de la Tierra no ha dejado de aumentar llegando a niveles preindustriales y provocando que los años desde el 2015 hayan sido los más calurosos desde que hay registros. Cada vez existen más ciudadanos, instituciones y agentes económicos concienciados con la gravedad del asunto y comprometidos con la lucha para paliar sus efectos. No obstante, lo que muchos aún no se han parado a pensar es en ¿Cómo afecta el cambio climático a la economía?. La interdependencia y la globalización son dos elementos fundamentales a tener en cuenta para analizar la incidencia del cambio climático en la dimensión económica.
El cambio climático como factor económico

No es novedad que el calentamiento global  impacta de manera directa en la salud de las personas y del planeta. Las condiciones climáticas extremas, la contaminación y sus efectos tienen un vínculo directo e indisociable con la pérdida de la biodiversidad y la salud de los ecosistemas. La consciencia sobre estos temas ha experimentado un aumento exponencial en el mundo entero. Razón por la cual, mientras los usuarios reciclan, reutilizan y eligen alternativas más sostenibles, las empresas intentan conectar con ellos compartiendo estos valores y llegando, en ocasiones, a transformar todo su sistema productivo para lograr una mayor eficiencia y sostenibilidad.

No obstante, lo que muchos aún no se han parado a pensar es en el impacto que el cambio climático tiene en la economía. Un especial publicado el blog de CaiaxBank analiza que más allá de la preservación de los ecosistemas y de mantener un planeta habitable para todas las especies que viven en la Tierra, la batalla contra el calentamiento global debe contemplar una vertiente financiera que, en una economía globalizada como la que tenemos, nos afectará a todos.

El artículo parte de la premisa de que resulta fundamental comprender el el cambio climático como un factor económico. Al respecto, afirma que el impacto financiero del cambio climático ya está suscitando el interés de economistas e inversores, que ven la necesidad de reducir las emisiones para preservar la estabilidad económica y asumen este reto como uno de los mayores desafíos de la actualidad. Entre las consecuencias más graves para la población mundial, el documento destaca: el descenso de la productividad de las cosechas; la subida de precio de los alimentos básicos; los fenómenos meteorológicos extremos que castigan con dureza a las regiones ya de por sí más vulnerables; el aumento de la presión migratoria, obligando a poblaciones enteras a desplazarse a asentamientos más seguros; el incremento de las enfermedades y plagas; la falta de agua; los cnflictos intra e internacionales derivados de la escasez de recursos; la subida del nivel de mares y océanos, entre otros.

Ante este panorama, el artículo intenta dar respuesta a la pregunta de ¿Cómo afecta el cambio climático a la economía? Si bien la pregunta es amplia, el análisis apunta, en primer lugar, a que en un mundo globalizado como en el que vivimos, las economías de los países no son independientes. Los entornos se ven afectados, no solo por las consecuencias que el cambio climático tiene directamente en sus territorios, sino también por las que sufren el resto de países que se integran en el mercado global. Prueba de esto fue la pandemia de coronavirus que se desplegó en tiempo record en el mundo entero desencadenando al mismo tiempo una crisis socio económica sin precedentes en casi todas las latitudes.

Por otra parte, el artículo expone que el cambio climático produce efectos económicos en cascada, afectando a la capacidad de trabajo y la productividad, perturbando las infraestructuras de energía, transporte y agua, aumentando la demanda energética y elevando el riesgo de incendios. A estos efectos habría que sumar la dificultad que vaticinan los inversores para que ciertos sectores productivos puedan seguir operando con normalidad.

La interdependencia y la globalización son dos elementos fundamentales a tener en cuenta para analizar la incidencia del cambio climático en la economía. Si bien el panorama es poco alentador, el artículo de CaixaBank anticipa que la responsabilidad social corporativa se ha constituido como un factor clave para contribuir en esta problemática. Al respecto, sostiene que las empresas que apuestan por el desarrollo sostenible de manera real, más allá de conectar con sus públicos y compartir una serie de valores que favorezcan el posicionamiento de sus marcas en la mente del consumidor, han visto una mejora considerable en sus balances económicos. La responsabilidad social corporativa resulta una pieza clave, por tanto, para lograr los objetivos de sostenibilidad fijados en el Pacto Verde Europeo.

Así, el documento arriba a la conclusión de que una transformación industrial o un rediseño del sistema productivo que consiga instaurar un modelo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente puede ser visto como una enorme inversión inicial que tenga luego un impacto positivo en términos económicos. Además, esto también abre la puerta a nuevas oportunidades que pueden generar importantes ganancias y animar a los inversores a construir un mundo más sostenible y económicamente estable. En este sentido, el documento propone cuatro alternativas para desarrollar la sostenibilidad y así tener un impacto económico positivo.
En primer lugar, hace referencia a la economía circular como un modelo de producción y consumo basado en técnicas sostenibles que alarga la vida de los productos, elimina residuos, ahorra costes y materias primas y puede mejorar la actividad económica mundial. En segundo lugar, propone las energías renovables tales como la geotérmica, la eólica, la hidráulica, el hidrógeno o la energía solar ya que estas son mucho más ventajosos para el medio ambiente, ayudan al autoconsumo a través de recursos gratuitos y ofrecen una mayor independencia energética para los países que no gozan de otros recursos, como los combustibles fósiles.

La adecuada gestión del agua es la tercera alternativa. Al respecto, el artículo analiza que el uso de la tecnología aplicada a sistemas hidráulicos hará que la gestión del agua sea más eficiente y eficaz, suponiendo un importante foco de innovación y abasteciendo regiones con dificultades de acceso a este recurso. Por último el I+D+I, sobre este campo, los expertos afirman que serpa indispensable contar con profesionales especializados y, sobre todo, de investigación. La búsqueda de nuevos materiales, el diseño de sistemas más eficientes y la ideación de soluciones innovadoras para resolver los problemas actuales de una manera más respetuosa y sostenible abre un mundo de posibilidades laborales e incita a la creación de titulaciones y especialidades que aún no existen.

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