La falta de agua potable es una problemática grave y compleja que tiene consecuencias devastadoras para las comunidades que la padecen. La educación es la gran esperanza de futuro para los países en vías de desarrollo, pero según Unicef, 1 de cada 5 niños y jóvenes no pueden ir a la escuela por motivos de discriminación, conflictos bélicos, pobreza o enfermedades diarreicas provocadas por el consumo de agua en mal estado.
Para contribuir a transformar esa injusta realidad, a través de sus proyectos de instalación de pozos, tanques de recogida de agua de lluvia y sistemas de saneamiento, la empresa social AUARA ha conseguido que más de 48.000 niños de 17 países de África, Asia y América Latina vean reducidas sus principales causas de absentismo escolar, contribuyendo a abrirles la puerta a un mañana de oportunidades.
La comunidad internacional utiliza un indicador denominado DALY (Disability Adjusted Life Years, por sus siglas en inglés) para computar el número de años de vida sana perdidos por la población de un determinado lugar a causa de enfermedades o de un estado de salud deficiente. Según los cálculos de AUARA, los más de 48.000 niños que se han beneficiado de sus proyectos a lo largo de este lustro han ganado 961 años, “casi 1.000 años de vida sana en los que esos niños no han sufrido las consecuencias paralizantes derivadas de las enfermedades diarreicas ni han tenido que dejar de ir al colegio, de jugar o de tener una vida un poco más sencilla”, asegura Antonio Espinosa de los Monteros, CEO y cofundador de AUARA.
Espinosa afirma que: “La falta de agua potable es la mayor de las pobrezas, pues se traduce enfermedades, hambre, desigualdades y malas condiciones de vida. Una situación que padecen especialmente los niños, pues en muchos casos son los encargados de caminar durante varias horas diarias en busca de agua, muchas veces contaminada, para abastecer a sus familias, y corren especial riesgo a la hora de contraer enfermedades por su consumo: Naciones Unidas calcula que 1.000 niños mueren al día en todo el mundo a consecuencia del agua contaminada. Por ello, facilitar su acceso a agua potable mejora su salud, su calidad de vida y también el tiempo que pueden dedicar a ir a la escuela”.
Esta es una de las razones por las que muchos de los proyectos llevados a cabo por la empresa social han tenido como destino directo el ámbito educativo. Desde el inicio de su actividad en 2016, de las 102 infraestructuras activas instaladas en poblaciones en situación de pobreza extrema, 56 se han ubicado directamente en colegios. De este modo, los primeros beneficiados han sido los niños, que representan el 78% de la población de las comunidades en las que AUARA ha impactado; y junto a ellos, el profesorado y todas sus familias.
Uno de estos colegios es la Shagaya Matha High School de Chennai, la capital del estado de Tamil Nadu, en India, donde en colaboración con la Fundación Esperanza y Alegría y el CEU, AUARA facilitó la instalación de una potabilizadora y de 30 aseos. Hevin Raj, es uno de sus alumnos, estudiante de décimo curso y explica que: “Mi familia es pobre y en casa no tenemos retrete, usamos los públicos construidos por el Gobierno, que son pocos y va mucha gente, por lo que no hay higiene. En el colegio, antes de la instalación de los aseos aprovechábamos los descansos entre clases para cruzar la carretera y hacer nuestras necesidades en el mar, lo que era inseguro para los más pequeños y embarazoso sobre todo para las niñas. Ahora tenemos más comodidad, más higiene y menos riesgos, y además tampoco contaminamos los sitios públicos”.