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Mientras que en 49 países de ingresos altos y medios se han distribuido 39 millones de dosis de vacunas, en solo un país de ingresos bajos apenas 25 personas han sido inmunizadas. Tener acceso a la vacuna debería ser un derecho y ante el egoísmo y la falta de empatía reinante, La OMS cuestiona el accionar de los países ricos y las farmacéuticas frente a la pandemia.

¿Cómo justificar la falta de humanidad ante una situación extrema? Aparentemente, la respuesta está en el dinero. Los países más ricos están acaparando gran cantidad de las dosis de las vacunas que pondrían fin a la pandemia que ha paralizado la humanidad desde hace un año. El mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico respecto a la distribución equitativa de las vacunas contra el COVID-19, advirtió el pasado lunes 18 de enero Tedros Adhanom Gebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud.

La situación de la distribución de las diferentes vacunas se ve agravada por el hecho de que la mayoría de los fabricantes han priorizado la aprobación regulatoria en los países ricos donde las ganancias son más altas, en lugar de presentar expedientes completos a la Organización Mundial de la Salud. El dinero se impone ante la salud humana. Esta situación podría retrasar las entregas de COVAX y crear exactamente el escenario que fue diseñado para evitar, con el acaparamiento, un mercado caótico, una respuesta descoordinada y una disrupción social y económica continua.

Tedros Adhanom Gebreyesus expresó que “El precio de este fracaso se pagará con vidas y medios de subsistencia en los países más pobres del mundo”. El funcionario denunció que incluso aun cuando defienden el acceso equitativo, algunos países y empresas continúan dando prioridad a los acuerdos bilaterales, evitando de esa formar el mecanismo COVAX, la iniciativa puesta en marcha para garantizar un acceso equitativo a las inmunizaciones, lo que está provocando un aumento de los precios y que salten al frente en la lista.

La equidad de las vacunas es en primer lugar un imperativo moral se trata de la posibilidad o no de sobrevivir a una pandemia y esto no puede depender del lugar de nacimiento de una persona. Pero además, es un imperativo estratégico y económico. Un estudio reciente estimó que los beneficios económicos de la asignación equitativa de vacunas para 10 países de altos ingresos serían de al menos 153.000 millones de dólares en 2021, aumentando a 466.000 millones para 2025.

El director de la OMS agregó que el enfoque de “yo primero” no solo deja en riesgo a las personas más pobres y vulnerables del mundo, sino que también es contraproducente, y, en última instancia, acciones de ese tipo solo prolongarán la pandemia, las restricciones necesarias para contenerla y el sufrimiento humano y económico.

Tedros informó que en las últimas semanas ha escuchado de varios Estados miembros cuestionando si COVAX recibirá las vacunas que necesita y si los países de altos ingresos mantendrán las promesas que han hecho, y recordó que, durante los últimos nueve meses, ACT Accelerator y el pilar de vacunas COVAX han sentado las bases para la distribución y el despliegue equitativos de las vacunas.

En este sentido, el director de la agencia de la ONU dijo que es necesario cambiar las reglas del juego de tres maneras:

  1. Los países con contratos bilaterales - y control de suministro – deben ser transparentes en sus contratos con COVAX, incluidos los volúmenes, precios y fechas de entrega. Esto exige que esas naciones den más prioridad a COVAX en la fila para recibir las dosis y compartan sus propias dosis, especialmente una vez que hayan vacunado a sus propios trabajadores de la salud y a las poblaciones mayores, para que otros países puedan hacer lo mismo
  2. Los productores de vacunas deben proporcionar datos completos a la Organización Mundial de la Salud para su revisión regulatoria en tiempo real y para acelerar las aprobaciones. Los productores deben permitir a los países con contratos bilaterales compartir las dosis con el mecanismo COVAX y que den a este prioridad en el suministro en lugar de nuevos acuerdos bilaterales
  3. Los países productores de vacunas deben utilizar solo aquellas que cumplan con rigurosos estándares internacionales de seguridad, eficacia y calidad, y deben acelerar la preparación para su despliegue

La distribución de la vacuna debe ser un derecho humano y un beneficio para todas las personas. En este sentido, un grupo social al que no se tiene en cuenta de inmediato al pensar en este problema es el de las personas migrantes y refugiadas. Sobre este importante punto la postura de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) se basa en un principio fundamental: se ha de garantizar al acceso a los servicios de salud para todos los migrantes sin importar su estatuto legal.

El director general de la OIM, António Vitorino, afirmó al respecto que “Los países tienen que prever la vacunación de todos los que están presentes en su territorio incluyendo a los migrantes, independientemente de su estatuto legal. No se trata de crear una prioridad para los migrantes. Al revés, se trata de aplicar a los migrantes los mismos criterios que se aplican a los ciudadanos nacionales. Es decir, aquellos que son más vulnerables por la edad o por razones de salud”.

La situación de las personas migrantes es doblemente compleja y ante la desconfianza de los migrantes a acceder a estos servicios ante una posible detención o deportación, los gobiernos han de dar las garantías necesarias de que el acceso a los cuidados de salud no suponga la aplicación de las leyes de inmigración. El egoísmo y la falta de empatía son el virus más peligroso al que nos enfrentamos como humanidad.

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