Aurora Michavila es creadora de un método para aprender a hablar mejor, aportando un punto de vista, activando el pensamiento crítico y conectando para provocar un cambio.
Neus Portas.- Cuéntame qué haces.
Aurora Michavila.- Yo me dedico a ayudar a las personas, tanto en su actividad profesional como en otras áreas de su vida, a impactar a través de la comunicación y la conexión humana.
N.P.- Y cómo llegaste hasta ahí.
A.M.- Pues mi trayectoria es una trayectoria fluida, algo que ahora está empezando a ser muy común. Yo he ido dando giros profesionales, buscando un propósito y motivación. En mi trayectoria, he pasado por el mundo de marca y comunicación, por el mundo actoral y, ya en este último, confluyen los dos mundos. Y como lo que había hecho siempre había tenido mucho que ver con las personas (trabajo en equipo, entender personajes, etc.), decidí que eso era lo que quería: trabajar directamente con las personas, ayudándoles a conectar desde lo más esencial. Y aquí llevo ya 12 años.
N.P.- ¿Qué hace falta para que la gente se atreva a crear y saber que tiene sentido lo que hace?
A.M.- En mi caso, descubrí que había una parte de mi trabajo, que era la formación, que me gustaba.Y vi que me sentía satisfecha si sentía que había conseguido que esas personas a las que había dedicado un tiempo se sentían más capaces de conseguir algo con las herramientas que yo les había dado. Así que creo que al final fue escuchar muy bien mis propias reacciones no racionales respecto a lo que estaba haciendo. Y sentí que tenía algo que aportar porque me generaba interés, ganas de seguir aprendiendo y ganas de aportar. Creo que cuando el parámetro para medir la satisfacción -no necesariamente el éxito- es algo tan sencillo como “me voy a dormir tranquila porque lo que estoy haciendo tiene sentido para alguien, más allá de para mí”, y la respuesta sí, estás en buen camino.
N.P.- ¿Cuáles crees que son las 3 características de la actitud emprendedora?
A.M.- Hay una que tiene que ver con la curiosidad y la inquietud, porque a medida que nos hacemos mayores empezamos a comprar ideas de otros o formas de relacionarnos que no son nuestras. Y con esto, creamos un sistema de creencias que anulan preguntas que eran nuestras. Creo que es importante recuperar o no dejar que se pierda esa inquietud, que es tuya, más allá de que los demás crean que sirve o no para algo.
Otra tiene que ver con el respeto y la humildad para aprender del otro y escuchar al otro, porque cuando uno emprende algo es porque cree que hay alguien que puede necesitar eso o le puede ayudar. Por tanto, tiene que escuchar para entender cómo se puede ayudar.
Y por último sería la constancia. Emprender no es fácil y la actitud ligada a la ilusión por hacer algo nuevo con lo que conectas, está contrastada con las piedras que hay en el camino.
N.P.- Y en este aprendizaje constante, ¿qué conocimientos básicos se deberían tener para empezar?
A.M.- Creo que es importante conocer un poco el terreno por el que te vas a mover. Tener conocimientos sobre el sector. Pero sobretodo, lo más importante, es saber por qué estás ahí y qué aportas. Que no tienen que estar acorde a la estructura establecida del sector, sino acorde a lo que tú quieres aportar ahí. Por tanto, entender que hagas lo que hagas, va dirigido a personas. Así que cuanto más y mejor entiendas a las personas, más fácil será construir puentes entre lo que tú vas a aportar y lo que el otro necesita.
N.P.- Cuando ofreces algo nuevo al mercado y rompes la estructura habitual porque quieres provocar un cambio social, ¿cómo lo haces para comunicar la diferencia pero que a la vez entiendan tu propuesta?
A.M.- Son 3 pilares: uno es la sencillez del discurso, para que se entienda. Otro es conectar con lo que de verdad te hace feliz, en lo que crees, donde está tu punto de vista bien definido. Y la tercera variable tiene que ver con conectar con lo que el otro mejor va a entender porque de alguna manera lo que ofreces le ayuda en su día a día y en su realidad o le conmueve desde un lugar que al otro también le preocupa.
Al final se trata no sólo de explicar lo que uno cree, sino de ser consciente que el otro lo entenderá desde sus propios filtros.
N.P.- ¿Qué crees que necesita un emprendedor social para provocar este cambio? Porque puede haber mucha convicción en lo que cuenta, pero el que escucha no siempre es consciente de esa necesidad de cambio.
A.M.- Pues es muy importante entender que cada vez que hablas, no has venido a hablar de tu libro. Porque el que te escucha, en realidad lo hace porque quiere seguir escribiendo su libro. De modo que esperan que les cuentes algo que les falta: que les confirmes datos, que les amplíes su mirada, etc. Así que es importante que antes de hablar de tu causa te detengas a pensar para qué te van a escuchar, desde qué lugar, con qué barreras y sistemas de creencias lo van a hacer. Esto te ayudará a provocar grietas en sus creencias para aumentar su receptividad a escucharte.
Al final, cuando se habla de empatizar, hablamos de esto, de colocarnos en el lugar del otro y entender cómo va a ver tus ideas, tu discurso. Y para cualquier charla, tienes que ponerte en el lugar del que escucha y entender qué va a ver cuando te escuche. Así encontrarás un lugar común para que haya colaboración, no confrontación.
N.P.- Crees, entonces, que el aprender a hablar puede provocar un impacto colectivo?
A.M.- Absolutamente. Yo me dedico a esto porque estoy convencida de que si aprendemos a comunicarnos desde ese área más humana, el mundo será un lugar mejor. Es lo que me mueve a seguir remando en ese sentido. Y es importante hacerlo desde niño, cuando todavía hay curiosidad por conocer el mundo y al otro, cuando todavía somos flexibles y podemos adaptarnos a situaciones nuevas sin cuestionárnoslo demasiado. Porque al final la comunicación demanda muchísima flexibilidad mental.
N.P.- ¿Cuál es el libro que más te ha impactado?
A.M.- Hay un libro que se llama “Made to Stick” que habla de lo que hace que una idea enganche. A mí me ha servido para tener mucho más foco mental, no sólo a la hora de comunicar, sino para entender cómo funciona el mundo de la construcción de las ideas. Que las tenemos, sabemos que esa idea puede cambiar el mundo, pero cuando salen, se desvirtúan, pierden fuerza.
N.P.- ¿Cuál sería tu referente en actitud emprendedora?
A.M.- Pues diría que mi padre es un buen ejemplo. Ahora está jubilado, pero ha tenido empresas que ha ido montando y ante los tropiezos de la vida, de los mercados, de las relaciones con los socios, el espíritu de seguir adelante porque tiene un sentido, de no perder el foco, de reinventarse pero seguir siendo fiel a aquello en lo que creía, para mí ha sido un referente.
N.P.- Lo bueno y lo malo de emprender.
A.M. Lo malo a veces es la soledad del camino. Porque aunque la gente puede ir subiendo a tu barco pero de quien es el sueño realmente, es tuyo. Y lo bueno, para mí, tiene que ver con hacer algo en lo que de verdad crees.
N.P.- Dime algo que te fascine.
A.M.- Cuando la gente está en contacto con su talento y da pasos y empieza a lograr cosas.
N.P.- Algo que no soportes.
A.M.- La no escucha.
N.P.- Si pudieras reinventarte, ¿qué serías?
A.M.- Qué difícil esta pregunta….Me cuesta pensar en una sola cosa. Así que tendría que reinventarme seguramente en algo que hoy no soy capaz de visualizar. Sí sería algo en lo que creo que puedo aportar algo más y estaría relacionado con las personas, seguro. Pero no tiene forma.
N.P.- Tu héroe o heroína en el mundo real.
A.M.- Hay gente que admiro por haber encontrado algo vocacional y ponerlo en marcha con tanto foco y entrega absoluta a su propósito. Personas como Ana Ferrer, por ejemplo.
N.P.- Termina la frase: “Solo se va más rápido pero en equipo…”
A.M.- Se llega a nuevos lugares.
N.P.- Y por último, una frase que defina:
A.M.- “No dejes de soñar, pero empieza a hacer”.
Mil gracias Aurora. Por creer en las personas y por descubrirnos el potencial de la comunicación para conectar y para entender que para impactar, tenemos que sabernos poner en los zapatos de quien nos escucha. Y que al final, emprender va, sobretodo, de personas.