Durante su intervención en la presentación hace unos días en Roma del Informe de Políticas Alimentarias Mundiales de 2018, publicado por el Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), da Silva explicó que el popular modelo“de la granja a la mesa” de la cadena alimentaria no tiene en cuenta las complejas realidades de los sistemas alimentarios.“La mayoría de las cosas importantes que hacemos van más allá del tenedor, dijo.
Observando que hay una proliferación de tensiones comerciales con respecto a los productos frescos en particular, sugirió que resulta obsoleto “aplicar la misma normativa a la exportación de un producto de Brasil a Japón a algo producido en las proximidades para ser vendido en un mercado de campesinos en la misma ciudad”. Como resultado, los alimentos procesados producidos en masa, a menudo con un exceso de grasas saturadas, sal y azúcar, resultan en realidad favorecidos por las reglas actuales.
“Para garantizar que los futuros sistemas alimentarios proporcionen alimentos saludables para todas las personas, necesitaremos un profundo cambio”, dijo Graziano da Silva, señalando que esto implicaría mucho trabajo por parte de organismos normativos como el Codex Alimentarius.“Tendremos que pensar a lo grande si realmente queremos conseguir este cambio”.
El comercio de alimentos afecta a cuestiones más allá de las calorías y el consumo. Fan citó el ejemplo de las importaciones de “agua virtual” de China a través de importaciones de alimentos de Brasil, Canadá y Estados Unidos, sin las cuales los acuíferos y ríos que existen en la propia China podrían agotarse. Shenggen Fan, Director General del IFPRI concluyó indicando que para garantizar que los aspectos positivos del comercio superan aquellos potencialmente negativos, es importante crear un entorno que sea incluyente, especialmente para los pequeños campesinos del planeta.