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El 30 de septiembre de 2007, Ramón Jáuregui, Juan José Almagro, Alberto Andreu, Marta de la Cuesta, Javier Garilleti y Jordi Jaumà crearon el colectivo Alternativa Responsable para expresar sus opiniones en materia de Responsabilidad social de las Empresas y publicaban en el diario "El País" este manifiesto sobre la responsabilidad social de las empresas (RSE) que a día de hoy mantiene plena vigencia

Procedemos de ámbitos profesionales muy distintos y compartimos una visión común sobre la responsabilidad social de las empresas (RSE). Nuestras posiciones políticas e ideológicas son diferentes y, sin embargo, coincidimos en la importancia de la RSE para conformar un mundo más justo, socialmente más cohesionado, ecológicamente más sostenible. Coincidimos también en que las empresas socialmente responsables son, por ello, más productivas, incrementan su valor y se hacen así más capaces de competir en el mercado global.

Nada personal ni material nos convoca, sólo nuestro interés intelectual y nuestras preocupaciones comunes sobre esta cuestión capital para nuestro país y nuestras empresas. Nos anima nuestra coincidencia en iniciativas y propuestas dirigidas al fomento de una cultura empresarial renovada y comprometida con su entorno social y medioambiental. Desde ámbitos muy diversos, la política, la universidad, la comunicación, la empresa, trabajamos y desarrollamos habitualmente aspectos y espacios de la RSE, y aunque no siempre somos coincidentes, estamos convencidos de que nuestro país debe hacer un esfuerzo notable para que sus empresas, instituciones y organizaciones corporativas desarrollen una cultura de responsabilidad social creciente que les permita no ser sólo más competitivas e incrementar su reputación corporativa, sino también servir de referentes e impulsores del desarrollo de la RSE y la sostenibilidad en nuestro país y en todos aquellos en los que operan.

"Cada empresa es un mundo y sólo a ella le corresponde el diseño y la implementación de las políticas de responsabilidad social más adecuadas"

"Las empresas socialmente responsables son más productivas, incrementan su valor y se hacen así más capaces de competir en el mercado global"

Por ello queremos afirmar que:

1) La RSE, mucho más que una técnica de gestión de la empresa o un plano de su actividad interna o externa, es, o debe ser, una forma de concebir la función social de las empresas en la nueva sociedad. ¿Función social de las empresas? Sí. Sabemos que la empresa es el motor de la actividad económica, que sus objetivos son los beneficios y la rentabilidad en la producción de bienes y servicios que demanda el mercado, pero el propósito de la actividad económica es acrecentar el bienestar de las personas, y las empresas que sirven a este fin son más dignas de estima y legitimación social. La empresa no es una isla, por lo que le costará alcanzar sus objetivos si se abstrae de su entorno humano, si olvida que sus decisiones afectan a la comunidad en la que opera, si desprecia sus impactos sociolaborales y medioambientales, si actúa en múltiples lugares del mundo sin un suelo mínimo de dignidad laboral y respeto a los derechos humanos. De todo ello se deriva que la empresa debe integrar en su estrategia el resultado de sus múltiples diálogos con sus grupos de interés, y como consecuencia de ello asumirá una función social inherente a su ser y estar en el mundo. Sin esa visión, difícilmente conseguirá que su negocio sea próspero.

2) La RSE no es un movimiento coyuntural. Hay poderosas razones que la impulsan y que surgen de las profundas transformaciones que están teniendo lugar en las relaciones entre las empresas y la sociedad. Ciudadanos ya como accionistas, ya como consumidores, titulares de derechos sobre las empresas que dan lugar a una nueva "ciudadanía corporativa". Organizaciones cívicas que expresan valores y aspiraciones sociales en términos de demandas ciudadanas a las empresas. Administraciones públicas que establecen un nuevo marco de relaciones con las empresas. Medios de comunicación que informan sobre las actividades internas y externas de las empresas, en un creciente desarrollo de la transparencia en la información económica.

Todo ello en un contexto de cambios sociológicos e ideológicos sobre la legitimación social del empresario y de revaluación del papel de la empresa en la sociedad, que están impulsando una nueva ética de la empresa y una nueva exigencia de transparencia, que fundamenta nuevos compromisos con la sociedad.

3) Al igual que en los años ochenta, una nueva cultura de la calidad penetró en los procesos productivos de todo el mundo, la RSE viene para quedarse, impulsada por estos cambios. Todas estas circunstancias se han acentuado como consecuencia del incremento del impacto real de las empresas sobre la sociedad, ya sea porque sus decisiones afectan a comunidades enteras, ya porque sus condiciones laborales configuran el hábitat sociolaboral, ya porque sus procesos productivos alteran gravemente el ecosistema. Las empresas son mucho más poderosas frente al Estado y los sindicatos, en cuanto que, en última instancia, son quienes mueven y generan los flujos económicos; pero son también mucho más vulnerables ante los ciudadanos y la sociedad, precisamente porque ese poder les sitúa en el centro de sus intereses. Las empresas son más determinantes de la sociedad resultante, y, por eso, muchos creemos que debemos hacerlas protagonistas de un modelo social justo, digno y sostenible.

Por eso les reclamamos que sean socialmente responsables. La RSE se configura así como el necesario antecedente de un nuevo contrato social, que concibe las empresas / instituciones con base en valores que crean valor. La empresa de finales del siglo XX y de principios del XXI, la empresa del futuro, debe jugar un rol diferente al que hasta ahora protagonizaba. Los ciudadanos demandan a las empresas y a sus gestores, que son parte de la propia sociedad, que, sin olvidar sus objetivos y deberes (crear riqueza y dar resultados, ofrecer empleo, ser eficientes, productivas e innovadoras) sean capaces de trabajar y prestar servicios en un escenario más humano y habitable.

4) Naturalmente, esta cultura de la empresa no viene obligada por la ley. La RSE la concebimos como una actitud voluntaria, basada en el cumplimiento de las normas e inspirada en la búsqueda de respuestas responsables a las demandas y a los problemas que plantean a la empresa sus grupos de interés. No es posible regular la voluntariedad, pero aceptamos y recomendamos la intervención pública en aquellos aspectos que favorezcan la expansión y el fomento de esta cultura y la transparencia y la competencia leal en sus prácticas.

5) No hay una única manera de concebir y aplicar la RSE a las empresas. Hay enormes diferencias entre los sectores de actividad económica, entre los países en los que las empresas desarrollan su actividad, en el tamaño de éstas y en los ritmos y urgencias de cada una de ellas. Admitimos la conveniencia de homologar los sistemas de reporte y verificación de la RSE, pero consideramos fundamental insistir en la flexibilidad y en la individualización empresarial a la hora de poner en práctica políticas de RSE. Cada empresa es un mundo, y sólo a ella le corresponde el diseño y la implementación de las políticas de RSE más adecuadas.

6) Somos conscientes de que a corto plazo las políticas de RSE pueden implicar incrementos de costes. Pero estamos convencidos de que sólo desarrollando prácticas hacia la excelencia en todos los planos, las empresas podrán seguir siendo líderes en el mundo o aspirar a serlo. Queremos que nuestras empresas sean respetadas, estimadas, bien consideradas. Que se constituyan en referentes de España en todo el mundo. Queremos competir con calidad y con responsabilidad social. Queremos contribuir con nuestras empresas a hacer las exigencias de un modelo de desarrollo sostenible y a dignificar el trabajo y el empleo del futuro. Por ello, más que de incremento de costes podemos hablar de inversión en un sistema de gestión más innovador.

7) Nos preocupa la creciente confusión entre RSE y acción social de las empresas. El marketing social no es responsabilidad social, y algunos quieren quedarse sólo en eso, y aunque hay extraordinarias, y cada vez mejores, iniciativas de acción social, la RSE es mucho más que acciones sociales puntuales. Porque queremos que la competencia en materia de RSE sea leal y no se manipule este valor defendemos una cultura integral de la RSE, basada en el diálogo con los colectivos y grupos de interés de la empresa y realizada paulatina pero seriamente. De manera flexible pero integral a todos los planos de la actividad empresarial.

8) En el mismo sentido queremos destacar la importancia de la calidad en el empleo como una base ineludible de una política integral de RSE. El trabajo no es como cualquier otro factor de producción. No es un insumo de costes, no es una mercancía. Por el contrario, el mercado de trabajo es una institución social, es decir, un marco de normas sociales que dignifican el empleo. La devaluación constante y creciente de las condiciones laborales en la globalización productiva nos obligan a destacar el plano de las relaciones laborales en cualquier aproximación a una política integral de RSE. No hay RSE sin cumplimiento de la ley y sin trabajo decente. Desde 1999, la OIT reitera que la finalidad primordial del empleo en el mundo es "promover oportunidades para que los hombres y las mujeres puedan conseguir un trabajo decente y productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana".

alternativa responsable

Por todo ello nos proponemos:

- Expresarnos colectivamente para hacer más fuerte nuestra voz, más plural nuestra visión, más representativas y por tanto más importantes nuestras propuestas. Queremos promover esta reflexión y animar esta reconversión cultural de las empresas en España y en todo el mundo.

- Proponer iniciativas a la comunidad empresarial, universitaria, a las instituciones, a las organizaciones sociales y cívicas en general, que se relacionan con este tema. Queremos ofrecer nuestras propuestas, nuestras alternativas y, modestamente, nuestras soluciones a los innumerables problemas que conlleva esta cultura empresarial y que son objeto de debate actualmente en todos los países europeos.

- Nos proponemos contribuir al debate público ofreciendo visiones críticas que enriquezcan y mejoren las prácticas y las iniciativas que se producen en esta materia.

Porque sabemos que son muchos los obstáculos y las dificultades que implica una política integral de RSE. Ya sea porque hacen falta muchos años para difundir estas ideas y plasmarlas en prácticas generales. Ya sea porque, objetivamente, la traslación de la RSE a las pymes es laboriosa y compleja. Ya sea por la inexistencia de parámetros internacionales homologados para evaluar los comportamientos empresariales responsables. Ya sea porque no hay todavía una sociedad informada suficientemente para ejercer sus exigencias de responsabilidad social a las empresas, en sus opiniones, en su consumo, en el ahorro y orientación ética de sus inversiones. Por éstas y otras razones sabemos que la RSE debe ser difundida, explicada, razonada, fomentada.

Por todo esto firmamos este manifiesto y nos comprometemos a seguir hablando, escribiendo y trabajando a favor de la responsabilidad social de las empresas.

Alternativa Responsable estába integrada en esos momentos por: Ramón Jáuregui (diputado del PSOE), Juan José Almagro  (director general de Comunicación y Responsabilidad Social de Mapfre), Alberto Andréu (profesor del Instituto de Empresa), Marta de la Cuesta (profesora titular de la Uned), Javier Garilleti (director general de la Fundación EY) y Jordi Jaumà (editor de diarioresponsable.com). 

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