El gran sabio chino, 500 años a. de C., diseñó un sistema ético basado en cinco virtudes: benevolencia o compasión, justicia, propiedad –rectitud en el comportamiento moral-, sabiduría o conocimiento e integridad; principios de sencilla comprensión y no simple aplicación que han debido guiar los actos del hombre desde el principio de los tiempos y, lo más importante, mantenerse de forma consistente a través de la historia. Desafortunadamente, si miramos hacia atrás podemos determinar que el hombre, en su vida personal como en la profesional, ha obviado las reflexiones de los grandes filósofos de occidente -Sócrates o Platón-, como de oriente –Confucio-.