Desde tiempos inmemoriales, las civilizaciones se han asentado próximas a lugares a donde había acceso al agua. Este recurso natural básico para la subsistencia siempre ha influido en las decisiones de las personas acerca de dónde vivir. Un informe recientemente publicado por el Banco Mundial advierte que alrededor de 1.000 millones de migrantes deben abandonar sus hogares a causa de la falta de agua. Actualmente, a medida que el cambio climático acelera la crisis mundial del agua, el incesante aumento del traslado de personas en todo el mundo exige pensar más cuidadosamente una respuesta para convertir esta crisis en oportunidades. Este flujo migratorio trae importantes consecuencias económicas y sociales que podrían evitarse. Detener la emergencia climática implicaría, también, resolver una crisis migratoria.