Las migraciones climáticas, también conocidas como desplazamiento climático o desplazamiento ambiental, son un fenómeno preocupante que está afectando a millones de personas en todo el mundo, incluyendo a niños y niñas. El cambio climático está provocando eventos climáticos extremos como inundaciones, sequías, tormentas y aumento del nivel del mar, que pueden hacer que las personas se vean obligadas a abandonar sus hogares en busca de seguridad y oportunidades de vida.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha publicado “Niños desplazados en un clima cambiante”, el primer análisis mundial del número de menores expulsados de sus hogares entre 2016 y 2021 debido a inundaciones, tormentas, sequías e incendios forestales. Además, el documento examina las proyecciones para los próximos 30 años. “Cuando hablamos del impacto del cambio climático, nunca pensamos en que las personas más vulnerables y afectadas por las inundaciones, por los incendios, por los desbordamientos de los ríos, son los niños”, señaló la asesora especial para la Defensa del Clima de la agencia, Paloma Escudero, en una conversación con Noticias ONU. “Tenemos que darnos cuenta de que en la crisis del clima es una crisis de los derechos de infancia, porque estos niños quedan sin su derecho a vivir en un entorno saludable, a poder crecer sanos, educados y sobre todo, seguros”, añadió la experta.
Es alarmante saber que casi 100 millones de niños y niñas han sido desplazados de sus hogares debido a estos fenómenos climáticos. Este desplazamiento puede tener graves consecuencias para su bienestar y desarrollo. Los niños y niñas desplazados a menudo enfrentan dificultades en términos de acceso a la educación, atención médica, vivienda adecuada y protección contra la explotación y el abuso. Además, pueden experimentar traumas emocionales debido a la pérdida de sus hogares y comunidades.
Para abordar este problema, es esencial que la comunidad internacional tome medidas concretas para combatir el cambio climático y reducir sus efectos adversos. Esto incluye la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la adaptación a los impactos climáticos y la inversión en resiliencia climática. También es crucial que se brinde apoyo y protección adecuados a los niños y niñas desplazados, así como a sus familias, para garantizar que tengan acceso a servicios esenciales y un entorno seguro en el que puedan crecer y desarrollarse.
La investigación elaborada por UNICEF advierte que las decisiones de desplazarse, ya sean forzadas y abruptas ante una catástrofe o el resultado de una evacuación preventiva, pueden salvar vidas. Sin embargo, muchos niños siguen enfrentándose a los peligros y desafíos que conlleva el desarraigo de sus hogares, a menudo durante largos periodos. Las y los pequeños están especialmente expuestos al riesgo de desplazamiento en países que ya están lidiando con crisis superpuestas, como conflictos y pobreza, donde las capacidades locales para hacer frente a cualquier desplazamiento adicional están sobrecargadas.
En este sentido, la directora ejecutiva de la agencia, Catherine Russell, aseguró que, para los que se ven obligados a huir, el miedo y el impacto pueden ser especialmente devastadores, “con la preocupación de si volverán a casa, retomarán la escuela o se verán obligados a mudarse de nuevo”. Russell explicó que a medida que aumenten los efectos del cambio climático, también lo harán los desplazamientos.
La publicación expone que las inundaciones y las tormentas representaron 40,9 millones, o el 95%, de los desplazamientos infantiles registrados entre 2016 y 2021, debido en parte a una mejor notificación y a evacuaciones más preventivas. Mientras tanto, las sequías provocaron más de 1,3 millones de movimientos de niños, con Somalia de nuevo entre los más afectados, mientras que los incendios forestales provocaron 810.000, con más de un tercio ocurriendo solo en 2020. Canadá, Israel y Estados Unidos registraron el mayor número.
Haití, por ejemplo, que ya corre un alto riesgo de desplazamiento infantil relacionado con desastres, también está plagado de violencia y pobreza, con una inversión limitada en mitigación de riesgos y preparación. Mientras que, en Mozambique, son las comunidades más pobres, incluidas las de las zonas urbanas, las que se ven desproporcionadamente afectadas por las condiciones meteorológicas extremas.
Estos son los países donde el número de niños vulnerables es mayor y las capacidades de hacer frente al cambio climático y la financiación son limitadas y, por tanto, donde la mitigación del riesgo, la adaptación, los esfuerzos de preparación y la financiación son más urgentes. Además, el informe advierte que los niños de América Latina y el Caribe se encuentran entre las más más vulnerables del mundo a verse expulsados de sus hogares por el clima. Entre 2016 y 2021, 2,3 millones de niños fueron desplazados en la región debido a desastres climáticos. De ellos, 1,7 solo por las tormentas, y 620.000 por las inundaciones. En el Caribe, cuando las tormentas como los huracanes Harvey, Irma, María y Dorian tocan tierra, pueden causar daños catastróficos en viviendas, infraestructuras y economías y dejar algunas zonas prácticamente inhabitables, señala el documento.
Finalmente, a tan solo semanas de la Cumbre sobre el Cambio Climático (COP28) que tendrá lugar en Dubái, Paloma Escudero recalcó que ninguna de las conferencias por el clima anteriores ha incluido en sus documentos la necesidad de proteger a la infancia más vulnerable. “Nunca han mencionado la protección e inversión en infancia. Tal vez porque el enfoque estaba centrado en la mitigación del calentamiento global, la inversión en la transición energética y en infraestructura”.
En este contexto, UNICEF insta a los gobiernos, donantes, socios de desarrollo y al sector privado a tomar las siguientes medidas: