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El cambio climático seguirá siendo un tema clave en 2017, como ya ocurrió en 2016, pero este año la sostenibilidad también pondrá el foco sobre el gobierno corporativo, en particular la ética empresarial, que será cada vez más importante. Una vez más, la inversión responsable jugará un papel crucial a la hora de apoyar tanto la lucha contra el cambio climático como la ética empresarial

El hecho de que el acuerdo de París contra el cambio climático fuera ratificado antes de lo esperado es una muestra del creciente compromiso de los países y las compañías a nivel global. Después de todo, el cambio climático es una prioridad y, tanto si están convencidos como si no sobre el sentido de urgencia, las empresas ven oportunidades de negocio y beneficios económicos en la producción baja en carbono y el incremento de la eficiencia energética.

Ante la transición hacia una economía baja en carbono, es crucial que cada parte asuma la responsabilidad que le corresponde. Tras Estados Unidos y la Unión Europea, es el turno de China, plenamente consciente del vínculo entre la estabilidad social y la contaminación. La niebla tóxica que ha cubierto la capital y la parte norte del país ha paralizado el transporte y la economía y ha hecho que China reflexione sobre su futuro.

En sus últimas previsiones globales, la Agencia Internacional de la Energía estimaba una posibilidad del 50% de limitar el incremento global de la temperatura media hasta 2 grados, un escenario que muestra la revolución que ha tenido lugar y despeja el camino para que las energías renovables se extiendan al sector industrial, la construcción y el transporte. Este escenario requiere grandes inversiones (entre 650.000 y 860.000 millones de dólares anuales) y los bonos verdes serán el instrumento financiero que más rápido crecerá en los próximos años. Actualmente, el tamaño de este mercado es de casi 170.000 millones de dólares y la diversificación, tanto en sectores como en emisores, continúa incrementándose.

Los inversores también pueden apoyar este cambio de modelo, a través tanto de la inversión en bonos verdes como con la descarbonización de sus carteras, un proceso que consiste en reducir las emisiones de dióxido de carbono en las carteras de inversión. El riesgo no está tan relacionado con una sobrexposición a las tecnologías más contaminantes, sino en mantener una baja exposición a los servicios y productos de energía del futuro. Para calcular la huella de carbono de las carteras, los inversores cuentan con varios informes pero, ante todo, deben gestionar los riesgos y oportunidades de una manera pragmática.

Aunque el medio ambiente y el cambio climático seguirán siendo un tema clave para la sostenibilidad en 2017, la ética empresarial comenzará a ganar protagonismo a lo largo de este año. Por un lado, la regulación proactiva y las decisiones judiciales están abriendo el camino. Por otro lado, la sociedad civil y los inversores están ganando cada vez más consciencia en este problema.

No debemos pasar por alto que la ética empresarial puede afectar tanto a los accionistas como a la desigualdad global. De hecho, la ética empresarial puede verse comprometida en tres frentes principales: corrupción, optimización tributaria agresiva y prácticas anticompetitivas. Estos tres elementos afectan a los accionistas, ya que en última instancia pueden llevar a la pérdida de contratos por parte de la empresa, costes derivados de procesos judiciales o riesgos reputacionales.

Ophélie Mortier, Responsible Investment Coordinator Degroof Petercam AM

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