En un entorno empresarial cada vez más competitivo y exigente, la reputación de las empresas se ha convertido en uno de sus mayores activos estratégicos. Más allá de la imagen, gestionar este intangible impacta directamente en la confianza de clientes, la lealtad de los empleados, la resiliencia ante crisis y hasta el valor financiero de la compañía. Según los expertos de Corporate Excellence, invertir en reputación no es solo una ventaja competitiva, sino una clave para garantizar el éxito y la sostenibilidad a largo plazo.