
La forma en que las empresas viven la inclusión laboral de personas con discapacidad dice mucho de ellas, porque a través de sus acciones, las compañías no solo tienen la oportunidad de ofrecer productos y servicios, sino también de marcar un cambio hacia el progreso de la sociedad. Mientras más conscientes somos en el mundo empresarial de que no estamos aislados de la realidad social o ambiental y que formamos parte de un todo, más positivas resultan las acciones para el colectivo. Mantener una postura ante lo social, es fundamental.

En marzo de 2024, la Unión Europea presentó su Estrategia Industrial de Defensa, con el objetivo de fomentar una mayor cooperación entre los países miembros para comprar armamento de manera más eficiente, impulsar la producción dentro de la Unión Europea y reducir la dependencia de potencias extranjeras. En paralelo, y como respuesta a las recientes tensiones geopolíticas, se está negociando un importante aumento del gasto en defensa, el cual podría superar los 200.000 millones de euros anuales en 2025.

En la encrucijada entre las exigencias del mercado y la creciente conciencia ambiental, la inteligencia artificial (IA) emerge como el gran arquitecto de una nueva era industrial. Con una capacidad sin precedentes para optimizar procesos y reducir el impacto ambiental, la IA no solo redefine la producción, sino que desafía la noción de que la innovación y la sostenibilidad son fuerzas opuestas.

El bienestar ocular es una prioridad para el desarrollo personal y colectivo, pero las dificultades de acceso de algunos colectivos vulnerables agravan las barreras sociales, lo que exige de la implicación del sector empresarial.

La proliferación de información afecta a la capacidad de las empresas e instituciones para llegar a su público objetivo. Hablemos del deber de que entiendan a las organizaciones para cumplir con el derecho a entender de las personas.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) marcan una hoja de ruta para un mundo más justo, equitativo y habitable. Pero sin la implicación real de las personas, corren el riesgo de quedarse en el papel. Aquí es donde el voluntariado emerge como una herramienta clave para hacerlos realidad.

En muchas organizaciones, los directivos asumen la responsabilidad absoluta de cada decisión y problema, creyendo que su papel es el de solucionarlo todo. Este "síndrome del líder salvador" no solo agota a los propios ejecutivos, sino que también estanca a sus equipos y frena la innovación.

Son varios lustros como empresaria y más los relacionados al mundo corporativo. Creo firmemente que las empresas tienen el poder y la responsabilidad de transformar la sociedad. Sin embargo, para lograrlo, es esencial distinguir tres conceptos que suelen confundirse: filantropía, hacer lo correcto e impacto social. Estos enfoques son formas diferentes de generar valor, pero cada uno tiene implicaciones y alcances distintos.

La inteligencia artificial (IA) está transformando la forma en que las empresas diseñan, desarrollan y lanzan productos al mercado. Su integración a lo largo de todo el ciclo de vida del desarrollo de productos —desde la conceptualización hasta la posventa— permite optimizar procesos, reducir costos y responder con mayor rapidez a las necesidades del mercado.

La inteligencia artificial (IA) es un motor esencial de transformación, con aplicaciones que abarcan desde la automoción hasta la atención médica. Sin embargo, a medida que avanza su despliegue, surge un desafío ineludible: ¿cómo equilibrar su impacto ambiental con sus beneficios?