El enfado como responsabilidad social
El enfado, una emoción universal y a menudo malentendida, se ha convertido en el centro de un debate que va más allá de lo personal y alcanza lo colectivo. Mientras algunos lo ven como una herramienta de denuncia y cambio social, otros lo desprecian en favor de un optimismo superficial. Sin embargo, como ya señalaba Aristóteles, enfadarse bien es un arte y, hoy más que nunca, es también un acto de responsabilidad social. En un mundo donde las injusticias siguen asolando a los más vulnerables, el enfado informado y dirigido puede ser la chispa que impulse transformaciones profundas.
Es la hora de hablar de números
Vivimos un momento donde las empresas están volcadas en sacar adelante el reporting de la Directiva de Reporte de Sostenibilidad Corporativa (CSRD), ¡con más de 1.720 requerimientos! Todo un reto informativo. El peligro reside en que nos quedemos en esto, en reportar, en marcar como completado. ¿Cómo evitarlo? A la sostenibilidad hay dos formas de llegar: “por las malas”, obligados por el marco regulatorio, o “por las buenas”, por convencimiento.






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