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El año 2024 ha llegado a su fin y, como todos los años por estas fechas, miramos al nuevo año con el deseo que nos traiga mucho bueno y nos permita dejar atrás todo lo malo vivido en el año que termina. Se va un año que, sin lugar a duda, ha estado marcado muy especialmente por un enorme desarrollo y protagonismo de las herramientas y aplicaciones de Inteligencia Artificial (a partir de ahora, IA).
¿Puede ser la IA un aliado clave de la agenda 2030?

El final del 2022 vio nacer la IA generativa con Chat-GPT y, los años posteriores están siendo testigos de cómo esta y otras herramientas semejantes están revolucionado nuestro mundo debido al extraordinario desarrollo alcanzado hasta el momento y a la seguridad de logros mayores en un futuro no tan lejano.

Elon Musk, en la primera cumbre global de seguridad sobre inteligencia artificial (IA) que se celebró hace algo más de un año en Inglaterra, mostró su entusiasmo con lo conseguido hasta el momento y lo que queda por venir, sugiriendo que la IA podrá dotar a la humanidad de una “edad de la abundancia” donde los puestos de trabajo dejarán de ser necesarios porque serán desempeñados por máquinas. Estas afirmaciones tan entusiasmadas sobre el futuro de la humanidad contrastan con lo acontecido este noviembre de 2024 en la cumbre del G20 en Río de Janeiro (Brasil), donde la lucha contra el hambre sigue siendo una de las prioridades a nivel mundial. ¿Cómo es posible que una parte del planeta hable de una edad de abundancia cuando la otra parte sigue teniendo problemas para subsistir?

Independientemente de que ese futuro de abundancia sea más o menos posible para una parte de la humanidad, de que esté más o menos cercano, o de que nos guste más o menos, lo que es una realidad es que, a estas alturas, nadie duda de que la IA ha llegado a nuestras vidas para quedarse y lejos de tratar de negar lo evidente, lo inteligente es aprovechar todo lo bueno que aporta, que no es poco, y luchar fervientemente contra los aspectos más negativos de esta.

Y es que, si bien es cierto que la IA está planteando problemas extremadamente importantes a los que hay que ir dando solución urgentemente: ¿Cómo controlar que los algoritmos utilizados por la IA respecten los principios éticos más básicos y eviten la discriminación de la población por cuestiones de género, religión, raza o color? ¿Cuál va a ser el papel de la persona frente a las máquinas en el terreno laboral? ¿Cómo debemos formar a las futuras generaciones para vivir en un mundo donde las máquinas desempeñen con mayor destreza que las personas tareas que antes era impensable que pudieran llevar a cabo? ¿Cómo evitar que el avance extraordinario de la IA en los países desarrollados suponga incrementar y perpetuar la ya considerable brecha entre países desarrollados y países en vías de desarrollo?, y un largo etcétera; también lo es el hecho de que los avances que la IA está permitiendo en muchos sectores económicos están favoreciendo el logro de muchos de los objetivos de desarrollo adoptados por la ONU en 2015 para acabar con la pobreza, proteger el planeta y lograr la paz y prosperidad para todos. Junto con otras tecnologías digitales (Big data, Blockchain, realidad virtual y aumentada, e internet de las cosas, entre otras), la IA puede convertirse en un aliado clave para la consecución de buena parte de la agenda 2030.

Contamos ya con muchas experiencias en las que las tecnologías digitales e IA están demostrando ser muy efectivas en integrar la sostenibilidad en los procesos de toma de decisiones, mejorar la eficiencia en el uso de recursos naturales e introducir mejoras sociales y ambientales en los procesos productivos y el mundo académico está haciéndose eco de ello.

Hay estudios que señalan que de las 169 metas de la agenda 2030, el logro de casi el 80% de ellas se puede ver favorecido por la aplicación de la IA gracias al potencial de procesamiento de grandes volúmenes de datos, la posibilidad de detección de patrones de funcionamiento, o la automatización de tareas que permite. Por el contrario, otros 59 (alrededor del 35%) pueden recibir un impacto negativo por el alto riesgo que conlleva de generar o perpetuar desigualdades, basarse en algoritmos poco o nada transparentes y requerir de una gran cantidad de energía para su entrenamiento y funcionamiento.

Centrándonos en la parte positiva, los más favorecidos por la aplicación de la IA y de las nuevas tecnologías de la información son los ODS 2- Hambre 0, 3- Salud y bienestar, 6- Agua limpia y saneamiento, 7- energía asequible y no contaminante. 9-industria, innovación e infraestructura, y 12-producción y consumo responsable. La gestión de recursos como el agua y la energía, la salud y el saneamiento, la agricultura, y la logística, son algunas de las áreas de la economía que están experimentando avances muy relevantes gracias a su uso:

ü  Gestión de la energía eólica. Los métodos de predicción tradicionales resultan muy limitados a la hora de predecir velocidad y dirección del viento. La IA, sin embargo, está resultando muy eficaz en ello y, como consecuencia, en anticipar la energía eólica que se puede generar en una determinada zona, permitiendo el control de la energía esperada y el desarrollo de estrategias de generación para la mejora de la red eléctrica.

ü  Gestión inteligente del agua para controlar su calidad y mejorar la planificación y supervisión de los sistemas para su tratamiento.  La IA se está utilizando para detectar, en tiempo real, posibles problemas de contaminación del agua y de evitar la propagación de enfermedades a través de este medio, mejorando, así, la salud de las personas y el saneamiento.

ü  Agricultura de precisión y sostenible. La IA favorece el uso más eficiente de fertilizantes y agua en los cultivos, a la vez que facilita el diagnóstico de enfermedades en las plantas y mejora la productividad de los cultivos. La generalización de su uso en el futuro permitirá, además de mayor rendimiento por hectárea cultivada, reducir la utilización de fertilizantes y un mayor aprovechamiento del agua en zonas con escasez de este recurso.

ü  Sector logístico y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en el transporte.  La IA aplicada a la gestión del almacenamiento de las mercancías, además de lograr su optimización, influye en la eficiencia del transporte, una de las mayores fuentes de contaminación medioambiental.

Es evidente que hay un largo campo actuación por delante, pero no hay que olvidar que, para aprovechar al máximo el potencial de la IA en el logro de objetivos de desarrollo sostenible y que beneficie a todos por igual, debemos tener presentes no sólo los aspectos puramente económicos de su uso, sino también las implicaciones sociales, éticas y ambientales que supone, y contar con la colaboración entre gobiernos, empresas, instituciones académicas y la sociedad civil.

La historia de la especie humana es una historia de continuos avances. La inteligencia con la que ha sido dotada le ha permitido ir encontrando nuevos métodos y formas de hacer para solventar los problemas y evolucionar hacia un mundo cada vez más avanzado. Cada pequeño invento ha sido la base de otro mayor, y esto ha supuesto, al cabo de más o menos tiempo, una mejora continua y generalizada de toda la especie. Hemos sabido ir adaptándonos y, es una realidad, que cada vez hemos tardado menos en hacerlo. Con la llegada de la IA, especialmente la generativa, empezamos a ser conscientes de que el mundo ha acelerado extraordinariamente su ritmo de transformación, y que está alcanzando velocidades que pueden llegar a superar, si no lo han hecho ya, esa capacidad de adaptación que tanto nos ha caracterizado.

Yo le pido al 2025, como sociedad, estar a la altura de los nuevos tiempos y ser capaces de dirigir nuestro futuro sin dejarlo al azar; que el desarrollo de la IA venga parejo a un verdadero desarrollo de la humanidad que beneficie a todos y que no quede en manos de unos pocos y de sus intereses económicos o políticos.

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OpiniónInteligencia artificial

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