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El COVID 19 fue el punto de partida para que nuestro mundo cambiara para siempre en distintas dimensiones. Hoy nos relacionamos de otra manera y vemos la vida desde una perspectiva completamente distinta. Las consecuencias de una pandemia sin precedentes han sido un daño letal para el proyecto de vida de millones de familias en el planeta. Hoy la inflación no da tregua y es cada vez más difícil conseguir un empleo que realmente permita satisfacer todas las necesidades de una comunidad. El creciente conflicto entre China y Estados Unidos se suma a la devastación provocada en Ucrania por la guerra declarada con Rusia. En términos sanitarios, la viruela del mono se asoma como una preocupación manifiesta respecto a la salud global y no es posible predecir cuáles serán sus reales consecuencias.

Todo esto ha sucedido en menos de 3 años. Es la demostración que los nuevos tiempos tienen ritmos distintos a los que nos regalaba el recordado Siglo XX. Frente a este resumen me pregunto: ¿Qué significa hoy el bienestar? ¿Qué es lo que buscamos realmente para ser felices y tener calidad de vida?

El estrés y el retraso en el aprendizaje han sido dos fenómenos íntimamente relacionados con las consecuencias de la pandemia, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un estudio de la revista Brain and Behavior mostró que entre el 9% y el 49% de los pacientes que tuvieron COVID presentan algún grado de fatiga. Esta se encuentra relacionada con la ansiedad, la depresión y la apatía, en un estudio elaborado por la Universitat de Oberta de Catalunya.

El COVID nos pegó muy duro en nuestras vidas. La desaceleración económica mundial ha sido el golpe de mentón para ese bienestar al que todos queremos aspirar. Ya en el año 2020 el Instituto Nacional de Estadísticas de España (INE), la calidad de vida había descendido abruptamente, después de un crecimiento explosivo desde 2014.

Esta problemática se torna aún más compleja, cuando es necesario lograr un equilibro entre la salud, entorno libre de contaminación, trabajo, educación, seguridad, ocio. Qué difícil es hablar de bienestar, cuando más de un tercio de los sicólogos han aumentado sus consultas por ansiedad en los últimos años, según una encuesta de la Asociación Americana de Psicología (APA).

El Desarrollo Sostenible, para las familias ordinarias, cobra más sentido que nunca. Sobre todo, considerando lo relevante que es la calidad de vida en esta cruzada de cara al 2030. Las políticas públicas e iniciativas privadas deben concentrar sus esfuerzos para poner más que nunca en el centro de prioridad al ciudadano. Solo así volveremos a transitar con paso firme por un modelo de desarrollo que sea capaz de enfrentar las dificultades, buscando entregar a las personas las dimensiones mínimas para una vida digna.

Superada la dignidad se asoma la calidad de vida. Nuestra historia reciente ha sido muy dura, pero estoy seguro de que poco a poco podremos superar el inmenso deterioro que han significado las problemáticas mundiales respecto al bienestar en los ciudadanos. Es el momento de mirar hacia adelante, como ese trabajador que sobrevivió a la pandemia, a muchas guerras, está sin trabajo, pero cree en la humanidad y cree en sí mismo.

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