El COVID 19 fue el punto de partida para que nuestro mundo cambiara para siempre en distintas dimensiones. Hoy nos relacionamos de otra manera y vemos la vida desde una perspectiva completamente distinta. Las consecuencias de una pandemia sin precedentes han sido un daño letal para el proyecto de vida de millones de familias en el planeta. Hoy la inflación no da tregua y es cada vez más difícil conseguir un empleo que realmente permita satisfacer todas las necesidades de una comunidad.
El creciente conflicto entre China y Estados Unidos se suma a la devastación provocada en Ucrania por la guerra declarada con Rusia. En términos sanitarios, la viruela del mono se asoma como una preocupación manifiesta respecto a la salud global y no es posible predecir cuáles serán sus reales consecuencias.
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Lamentablemente, la respuesta es sí. Un nuevo informe de Oxfam Intermón publicado el pasado 23 de mayo, titulado “Beneficiarse del sufrimiento” elaborado con motivo de la reunión del Foro Económico Mundial, denuncia que cada 30 horas la pandemia genera un nuevo milmillonario, mientras que, al mismo ritmo, un millón de personas podrían caer en la pobreza extrema en 2022. La crisis no es crisis para todos. Mientras el costo de los productos básicos aumenta a una escala pocas veces vista en la historia reciente, la riqueza de los poderosos de los sectores de la alimentación y la energía aumenta en mil millones cada dos días. El crecimiento económico exponencial de un sector a costa del hambre de una gran parte de la población mundial es inaceptable. Ante esto, la ONG elabora una serie de recomendaciones para los Gobiernos.
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