No solo los científicos: la mayor encuesta mundial sobre la emergencia climática arroja unos resultados clarísimos, siendo palmario que la población pide actuar ya: de un total de 18 opciones, las que más apoyo recibieron fueron la conservación de los bosques y de la tierra (54%) y el impulso a las energías solar, eólica y renovables (53%). Le siguieron la implantación de técnicas agrícolas respetuosas con el clima (52%) y el incremento de las inversiones en negocios y empleos verdes (50%).
De acuerdo con los datos publicados recientemente en The Conversation, más del 90% de los ciudadanos europeos, sobre todo jóvenes, considera que el cambio climático constituye uno de los problemas más serios en la actualidad. En consonancia con esta tendencia, varias ciudades europeas cuentan con alcaldes procedentes de partidos verdes, y los verdes forman parte de gobiernos de coalición en Bélgica, Suecia, Finlandia o Austria. Concretamente Ámsterdam ha contratado a Janine Benyus para redefinir el nuevo modelo de la ciudad a raíz de la crisis del C19, para enfocar las diferentes actividades humanas desde el aprendizaje de la naturaleza.
Esta tendencia general se plasma también en los planteamientos de Bruselas: movilizará al año 350.000 millones en inversiones sostenibles, apoyando, entre otras, una nueva estrategia para financiar la transición a una economía sostenible para canalizar más inversión privada hacia la agenda verde.
Por otra parte, todos estamos al corriente de las medidas que los gobiernos están tomando para favorecer la descarbonización, el uso de energías renovables, la reducción de gases nocivos, etc., etc., y - aunque más despacio de lo deseable - parece que avanzamos por el camino adecuado.
Los ciudadanos de a pie podemos exigir medidas de este tipo y favorecer su implantación mediante su cumplimiento, efectivamente. Y además hay muchas cosas que podemos hacer antes de que los gobiernos tomen cartas en el asunto. Valga como ejemplo la reciente polémica social que se ha generado estos días a propósito del consumo de carne:
Las plataformas ciudadanas contra la implementación de macrogranjas de ganadería intensiva resaltan los perjuicios que generan; organizaciones internacionales como Greenpeace explican didácticamente en qué consisten esas granjas; el partido animalista Pacma explica que nuestra alimentación puede cambiar el mundo; la FAO advierte que si los terrenos que se dedican a cultivos para alimentar a la ganadería se destinasen a alimentar a las personas se acabaría el hambre en el mundo; José Esquinas demuestra que somos corresponsables del hambre y el despilfarro alimentario; un vistazo a los planteamientos de "bienestar animal" dejan patente la falta de ética de más de una empresa del sector alimentario…
La inmensa mayoría de la ciudadanía no pertenece al grupo de científicos, investigadores, académicos ni políticos. Pero tenemos un gran poder en nuestra mano: decidir qué comemos para ayudar de forma contundente a revertir esa terrible deriva que nos está llevando al colapso. Ya nos decía Cervantes que muchos pocos hacen un mucho (Don Quijote de la Mancha, II 7) y Mateo Alemán que de pequeños principios resultan grandes fines (El Guzmán de Alfarache III 78).
Y, por si estáis pensando que solo cito a hombres y además antiguos J, aquí os dejo dos reflexiones de dos mujeres contemporáneas, de diferentes edades y etnias:
"Haz lo mejor que puedas hasta que sepas más. Cuando sepas más, hazlo mejor." Maya Angelou.
"Tienes que hacerte responsable de tus acciones y así es como protegeremos a la Tierra". Julia Butterfly Hill.