La adaptación de la responsabilidad social corporativa al contexto académico implica valorar el impacto que las diferentes misiones de la universidad (enseñanza, investigación, transferencia, etc.) podrían tener en las tres dimensiones del Desarrollo Sostenible: la económica, la social y la ambiental. Estaríamos hablando de la Responsabilidad Social Universitaria (RSU).
Plasmar este planteamiento en actuaciones concretas no resulta sencillo y, un análisis de las prácticas llevadas a cabo en diferentes universidades, nos permite extraer algunas conclusiones:
¿De qué estamos hablando? Esta aproximación tentativa permite comprender la importancia de aproximar y adaptar al contexto universitario los conocimientos y prácticas ya contrastados en el ámbito empresarial y el tercer sector.
¿Quiénes son los públicos?
Si consideramos que la RSU es la gestión del impacto positivo de la universidad en su contexto económico, social y ambiental, hemos de identificar en primer lugar aquellos públicos de especial interés para la entidad. Sobre esta cuestión, el Informe “La Responsabilidad Social en las Universidades Españolas 2014/2015”, elaborado por el Grupo de Ingeniería y Gestión Responsable de la Universidad de Burgos, especifica que las universidades, para desarrollar acciones en materia de responsabilidad social, habrán de considerar las expectativas de los siguientes grupos:
La identificación de los públicos permite además una clasificación de áreas de trabajo, que facilita la gestión de proyectos y actividades y, al mismo tiempo, fomenta la transparencia y una comunicación de la RSU adaptada para cada colectivo.
Prioridades estratégicas e indicadores
Junto con la identificación de los públicos deberá elaborarse un diagnóstico que permita valorar los temas materiales; aquellos temas considerados clave por su impacto en las dimensiones del desarrollo sostenible, tanto para la universidad como para sus públicos. A modo de ejemplo, podemos citar las prioridades estratégicas de la Universidad de Manchester, cuya implicación con el desarrollo de la RSU es elevada:
Junto con las líneas de actuación, es fundamental disponer de indicadores de resultados para las diversas áreas o temas materiales. De este modo, se podrá valorar el grado de desarrollo en cada ámbito y estimar objetivamente el impacto social de la Universidad.
Un ejemplo significativo es el de la Universidad Carlos III, de Madrid, con 94 indicadores clasificados en 24 ámbitos de trabajo, como pueden ser la movilidad sostenible, la cooperación con el tejido empresarial o la colaboración con el entorno.
Los indicadores, correctamente agrupados en las dimensiones del Desarrollo Sostenible, deberán plasmarse en una Memoria anual de RSU / Sostenibilidad que, al contrario de lo que puede observarse en numerosas universidades, no se trata de un catálogo de actividades plurales y dispersas, sino que debe tomar como eje aquellos contenidos recomendados por organismos de carácter internacional como Global Reporting Initative. En este caso, aunque se trata más bien de un estándar de reporting y transparencia para la RSE, es posible su adaptación a la RSU como hace la Universidad de Barcelona, que también ofrece un esquema para adaptación de indicadores.
¿Para qué sirven las universidades?
Con esta cuestión resulta difícil no captar la atención para una reflexión final, y quizás por ello la pregunta ha sido elegida como título para la cumbre de Responsabilidad Social Universitaria organizada por la University Social Resonsibility Network, una pequeña red que agrupa a 16 universidades de los cinco continentes -desde Clare Hall, de Cambridge, hasta la Universidad de Pretoria o la Universidad nacional de Kazakhstan-.
En su encuentro, celebrado en febrero de 2021, respondieron a la pregunta indicando que las universidades tienen la misión de averiguar de qué modo pueden mejorar sus contribuciones a la sociedad. Se trata de desarrollar soluciones para los problemas económicos, sociales y ambientales y, en este sentido, se cuenta con numerosos ejemplos de universidades que están haciendo una contribución positiva en la sociedad.
Pocos testimonios ejemplifican mejor la cuestión como el de Chris Brink, profesor de la Universidad de Newcastle, en Reino Unido:
En la academia deben plantearse dos cuestiones clave, tanto a nivel institucional como individual. La primera es: '¿En qué somos buenos?' Esta es una pregunta a la que estamos muy practicados para responder. Ante esta cuestión cualquier vicerrector, cualquier profesor, puede leer rápida y fácilmente una lista de logros. Somos tan buenos en eso que creo que perdimos la pista por un tiempo de otra pregunta que es igualmente importante: '¿Para qué somos buenos?'
Si esta cuestión es importante en cualquier momento, qué decir de una situación como la actual, en la que la pandemia y la crisis social derivada de la misma nos impulsa a buscar referentes y soluciones para reforzar el equilibrio social y el desarrollo sostenible.
Si volviese a tener la oportunidad de compartir mesa con el vicerrector que en tono categórico asignaba a la universidad, por el simple hecho de serlo, un ethos socialmente responsable, le preguntaría: “sí, sí, puede ser, y de hecho esta casa tiene fama de ser una buena Universidad pero, ¿para qué es buena?”