Si el Pacto Verde representa el nuevo escenario político para el futuro de la Unión Europea, ayer se confirmó la que está llamada a ser la actriz principal: la economía circular. Frente al modelo lineal de extraer-fabricar-desechar, este nuevo modelo se presenta como la única alternativa para frenar el agotamiento de los recursos y la contaminación del planeta.
Prueba de lo derrochador del modelo lineal son las 5 toneladas de residuos que producimos en la UE por persona y año. Más o menos el peso de un elefante macho, que en nuestro caso no está “escondido en la habitación” como dirían los anglosajones, sino bien a la vista, sentado en nuestro sofá y apoderado del mando de la TV.
“Estamos hablando de más reciclado, ¿verdad?”, todavía me siguen preguntando. Mucho más que eso, hablamos de un nuevo paradigma de la producción y del consumo, que plantea eliminar el concepto de residuo, mantener los productos en uso el mayor tiempo posible y regenerar los sistemas naturales (nada más y nada menos). Para ello es fundamental la innovación en negocios y productos, como acertadamente recoge la introducción del plan. Igual que la naturaleza está formada por sistemas complejos de seres vivos con sus interrelaciones, los modelos de negocio también deben incorporar una visión sistémica de los agentes, relaciones y dimensiones en la creación de valor. Y respecto a los productos y servicios, basta recordar que el 80% de los impactos viene determinado por la fase de diseño.
Por eso es tan importante la propuesta de un marco para una política de productos sostenibles en 2021, que extiende la Directiva de Ecodiseño al mayor número de productos y propicia la circularidad (aunque algunas cadenas de valor cuentan con un enfoque especial). Entre los aspectos que van a estar regulados destacan el contenido de material reciclado, el incentivo a los modelos en los que el fabricante retiene la propiedad de sus productos, y la vinculación entre desempeño en sostenibilidad y recompensa.
El rol de la ciudadanía se ve reforzado con la introducción del derecho a reparar, que va a facilitar el mantenimiento como ciclo más cercano al usuario y eficiente en recursos. Cada vez más los fabricantes diseñarán sus productos teniendo en cuenta la reparación, suministrando las instrucciones y las piezas de recambio. La nueva regulación reconoce la importancia de proporcionar información relevante a los consumidores y las consumidoras, y por eso propone reforzar su protección frente a las prácticas de lavado de imagen verde y la obsolescencia programada.
La tecnología está llamada a ser la gran facilitadora de la circularidad, tanto las tecnologías industriales como las TIC que harán posibles los flujos de información del sistema. El futuro espacio europeo de datos para aplicaciones circulares inteligentes permitirá el desarrollo de aplicaciones y servicios como son los pasaportes de producto, la posibilidad de mapear los recursos a lo largo de la cadena de valor y de facilitar información sobre el impacto de productos y servicios a la ciudadanía.
Si te preguntas en qué te va a beneficiar este nuevo escenario, piensa que tendrás acceso a productos más eficientes y duraderos, y en muchos casos no necesitarás el dinero para comprarlos porque podrás pagar sólo por el uso que hagas de ellos. Al margen de que se abrirán nuevas oportunidades profesionales, la Comisión Europea estima la creación de 700 000 nuevos empleos en 2030. ¿Puede haber algún colectivo perjudicado? Para evitar esta posibilidad, el plan contempla reforzar la capacitación en los nuevos conceptos y poner en marcha fondos de cohesión y mecanismos para una transición justa.
A la espera de ver cómo se concreta en legislación específica, la UE manda un mensaje muy claro: debemos apostar por la economía circular para frenar el cambio climático y el resto de problemas medioambientales. Si el modelo lineal de consumo fuera ese elefante que teníamos apoltronado en el salón, esta nueva partitura tiene muchas posibilidades de lograr que se levante y hasta haga algo de ejercicio. Y tú y yo con él.